El retiro de Nebot de la presidencial / Luis Fernando Torres
No me sorprendió la decisión de Nebot de dejar de participar como candidato presidencial en las elecciones del 2021. Un líder de su envergadura, después de haber servido al País durante 35 años, tenía razones suficientes para adoptar esa resolución que lo aleja del tablero electoral pero no de la política en su sentido auténtico, el de servir a la causa de los ciudadanos.
El guerrero no puede estar, por siempre, en los campos de batalla. En algún momento se le abren las puertas de los cuarteles de invierno, desde donde puede mirar el pasado, el presente y el futuro con una perspectiva única.
El Emperador romano Diocleciano, hombre de mil batallas, un día se retiró a su castillo en la actual Croacia, después de haber gobernado 21 años. Cuando sus fieles le pidieron que retornara a la vida pública para resolver disputas en el Imperio, les contestó que se quedaba en su fortaleza donde ha pasado los seis mejores años de su vida.
Nebot ha anunciado que promocionará una consulta popular ciudadana para que el pueblo le ordene al legislador las reformas legales que debe aprobar para desmontar la estructura institucional que le impide a la gente gozar de sus derechos a la seguridad social, al trabajo, al bienestar y a la seguridad. De este modo, sin ser candidato a cargo alguno, gravitará sobre los cambios que el País necesita para progresar e, indirectamente, podría convertirse en un gran elector.
La situación del Ecuador es difícil, con un espacio político fragmentado, una economía sin dinamismo, unas finanzas públicas frágiles y una sociedad desmoralizada por el desempleo creciente, la delincuencia imparable y la corrupción galopante.
Es la hora de la unidad de voluntades e ideas alrededor de un programa de gobierno que le permita al País recuperarse pronto.
A los ecuatorianos nos queda esperar que, el 2021, las soluciones a los problemas nacionales no sean las mismas que se han aplicado, con diferentes matices, desde el 2007, y que le han colocado al Ecuador al borde del abismo. Es suficiente constatar la situación financiera del Iess para aquilatar la magnitud del peligro.
Decía Tolstoi que los mejores guerreros son el tiempo y la paciencia. Por ahora, confiemos en esos dos soldados. (O)