La batalla religiosa / Esteban Torres Cobo
Declarar como mezquita y utilizar a la Basílica de Santa Sofía, en Estambul, como lugar musulmán para el credo y la reunión es otro de los logros para Erdogan en su batalla cultural contra Occidente. La basílica se fundó y fue un lugar cristiano por más de 1300 años, casi el doble de lo que fue mulsulmán. Sin embargo, esos símbolos importan. Y el super sultán de Turquía lo sabe.
Con los problemas con Arabia Saudita, su corrupción y asesinatos por el poder, además de la cercanía con el ala más extremista y terrorista del Islam, Turquía lidera y quiere seguir liderando el ala moderada y aceptable del mundo musulmán. Eso le da no solo réditos en su terreno a Erdogan y le asegura más fieles en sus urnas, sino que le potencia frente a Occidente. Le catapulta como interlocutor con una faz que agrupa a millones en la fe de Mahoma.
La falsificación de la historia, por lo demás, no es el camino más aceptable aunque sí efectivo cuando de imponer el poder se trata. Las futuras generaciones conocerán a la Basílica ya no como museo sino como lugar activo de credo e islam. Las mezquitas turcas, sin embargo, son vacías y frías. Alejadas del arte que sí envuelve a las basílicas y catedrales cristianas. Salvo su imponente fachada, internamente ninguna tiene el valor ni la belleza de la Iglesia de la Compañía de Quito. (O)