Luis le ganó a la muerte
Luis Lalaleo es un sobreviviente de la COVID-19. Los tres primeros médicos que lo atendieron le daban apenas el 20 % de vida. Pensó que el coronavirus se lo llevaría por siempre.
Han pasado casi dos meses desde que lo enviaron a su casa, prácticamente a morir. Después de estar con respirador, ahora ya camina. Asegura que ha vuelto a nacer.
La familia no se dio por vencida y quiso tener una cuarta opinión, fue cuando se contactaron con el médico Mauricio Núñez, quien pese a todo pronóstico en contra que tenía de su paciente le dio la esperanza de vida y sin necesidad de movilizarlo a una casa de salud lo salvó con antibióticos y medicina natural que es preparada por él.
Karina es la esposa y mencionó que tuvo mucho miedo de perderlo. Ahora ella también sonríe al ver la recuperación. “Hace una semana que comienza a comer y a caminar porque debe tomar el sol”, expresó la mujer.
Luis contó a El Heraldo que se contagió del virus, pero al principio no le hizo caso al tratamiento inmediato y se ‘desmandó’. Por el 20 del mismo mes tuvo la recaída que lo tuvo al borde de la muerte e incluso como consecuencia de la misma enfermedad le dio trombosis y se le paralizó la mitad de su cuerpo. Durante más de un mes no durmió, no comió y no dejaba de llorar porque esperaba de un milagro.
En este tiempo tres de sus amigos de 31, 37 y 39 años de edad murieron por el mismo COVID-19. Hace quince días aproximadamente, empezó a levantarse de la cama y a dar pasos lentos. Aún no puede realizar sus actividades con normalidad, sus manos tiemblan y se cansa al hablar. Con todo lo que experimentó en carne propia, Luis aconseja y pide a las personas que utilicen las mascarillas que es el salvoconducto para evitar contagios. “Pero si se llegan a enfermar, no tomen como broma y a los primeros síntomas deben aislarse y a cuidarse”, recomendó el sobreviviente de 39 años de edad.
Luis, sentado en un espacio de su vivienda, dijo estar muy agradecido con Dios, la familia y el médico y cada que se acuerda de lo que vivió no puede controlar el llanto. La comida no le apetecía, pero ahora que le volvió el sabor comenzó por nutrirse con legumbres y vegetales. “Mi recuperación es lenta, pero estoy vivo”, recalcó. (I)