Delicado arte amazónico de la mucahua
Las mujeres kichwas de la Amazonía sueñan con la Allpa Mama (madre Tierra). Desde niñas vieron correr a los supay (espíritus de la selva) entre los árboles de sus comunidades.
Las abuelas y madres enseñaron a amar el barro, a vestir sus mejores trajes, a pintarse el rostro y embellecerse para tomarlo del río y sacar de él delicadas vasijas (mucahuas) para que la chicha (bebida sagrada, energética y ritual) sea degustada en los días de fiesta.
Seres mágicos y animales de ensueño pueblan su imaginación y cobran vida de entre sus dedos. Tortugas, serpientes, armadillos salen del barro y se yerguen hermosos, delicados, con contornos finos.
Cada forma es pulida con una piedra de río que arrulla y pone a la mente en un estado de relajación tal que cualquier fanático del yoga desearía tener.
Una vez moldeado el barro, lo dejan secar al sol y al cabo de dos días empieza una tarea enigmática, abismal. Con tintes naturales y pinceles elaborados con su cabello empiezan a plasmar un diseño que no sigue patrones, que es parte de su memoria histórica, que no está regido por medidas y que sin embargo es perfecto y lleno de significado.
Las situaciones de la vida cotidiana son su inspiración y otras en eventos especiales como el día de su boda, o en las formas de la piel de las serpientes o en el rastro del vuelo de los pájaros. Otras veces la Allpa Mama les dicta en sueños lo que han de dibujar.
Los sueños se van quedando entre las mujeres mayores, la migración hacia las ciudades y el cambio en los modos de vida hace que este arte fino y delicado, poco conocido en el mundo de la artesanía, se quede sin las manos que lo forjan. (I)