Seamos diferentes/ Guillermo Tapia
La vida es una constante de aprendizaje y por eso, en algún momento del ciclo, debe haber algún sacrificio que hizo posible al final un logro. No cabe entonces seguir con la teoría de la leche derramada, porque todos, absolutamente todos, en algún instante tropezamos, caímos, perdimos, para luego levantarnos, enmendar y construir un futuro distinto y probablemente un estado de bienestar, que ahora nos permite mirar la vida desde un prisma distinto, con mayor optimismo, con mayor certeza y con mayor objetividad.
Dejarse aprehensionar por un sentimiento de abandono, de miseria, de dolor, de frustración, solamente hará que su recuerdo reposicione su vida retrospectivamente y la ubique en el pasado y no en el presente, de cara al futuro.
Me llama profundamente la atención la insistencia de algunas personas por victimizarse, pensando -erróneamente- a mi juicio, que hacerlo les traerá mayores beneficios. ¡No! No lo hagan, la humillación y la auto inmolación solo conducen a la degradación y a la miseria. Sean y seamos positivos. Pensemos en el bien común como una fuente inagotable de consecuciones y superaciones. Con diferencias. ¡Si! Con diferencias, porque todos lo somos y unos se empeñan más que otros y algunos logran lo que se proponen antes que los demás.
Esas diferencias deben servir de estímulo y no fuente de envidia, ni razón de diatriba. Mucho menos de auto sumisión y abandono.
El espíritu noble del ser humano debe privilegiar la vida y no enaltecer el mal para quienes no piensan como él. Esta también es una diferencia que abona en favor de avanzar sin detenerse hacia un horizonte distinto, donde brille la luz, la libertad, la justicia, la dignidad, la paz, el desarrollo, las oportunidades y el bienestar colectivo.
Ser parte de una sociedad lleva implícito el desafío de trabajar por ella, porque al así hacerlo, se trabaja para uno mismo.
Digamos no, al abandono y a la mezquindad. El egoísmo no es una virtud, es un lastre que impide caminar, que te retiene, que te sujeta.
Estamos en un momento de inflexión. O salimos del marasmo en el que hemos caído o nos han metido a todos, o nos declaramos incapaces de ser superiores, propositivos, luchadores, emprendedores y forjadores de un mundo mejor para nosotros y para nuestra comunidad.
La familia es el núcleo social, es el epicentro del colectivismo, es la razón de ser del esfuerzo individual y comunitario. No nos dejemos vencer por el negativismo y por las lágrimas acumuladas en el tiempo. Afloremos la sonrisa para volverla carcajada y el abrazo para sentirnos solidarios.
Seamos diferentes. Feliz domingo.