Mujeres rurales recuerdan su día clásico
La mujer rural, en las dos últimas décadas, avanza en el empoderamiento para el bienestar de la familia, la actividad agrícola, el comercio, las leyes, las finanzas, la participación política, el arte y la cultura.
Diana Guadalupe Caiza Telenchana es el referente del liderazgo por su vinculación, a temprana edad, con la organización de grupos de mujeres. Desde la comunidad Chibuleo, parroquia Juan Benigno Vela, sembró su vocación al servicio y esto la motivó a cursar sus estudios universitarios en Ingeniería Comercial y posteriormente obtener la maestría en Administración de las Organizaciones de la Economía Social y Solidaria.
Su visión de crecimiento la llevó por el camino del emprendimiento e impulsó su propia empresa que se desarrolla en el ámbito de la industria automotriz, siendo su gerente.
El destino la llevaría a incursionar en la política como la primera mujer indígena vicealcaldesa de Ambato y Tungurahua desde el sector rural.
«Hay mucho por hacer en las 18 parroquias rurales del cantón Ambato. Conozco la realidad de las personas del campo porque desde niña vendía legumbres en los mercados locales y en la ciudad. Viví en carne propia la discriminación y la exclusión a la mujer indígena, por ello impulsaré ordenanzas que garanticen los derechos de las personas de las zonas rurales”, señaló Diana Caiza.
Sus esfuerzos se enfocan a dejar trazado el camino a otras mujeres pues está convencida que la voluntad y transparencia son los valores del funcionario público que, sumados al conocimiento, permite responder de manera eficaz, a las necesidades de la ruralidad, donde las obras de servicios básicos, el acceso a la tecnología, a los servicios médicos, a la calidad de educación todavía llegan paulatinamente, de ahí la gran brecha entre lo rural y urbano.
La Asamblea General de las Naciones Unidas, declaró el 15 de octubre del 2007 el Día Internacional de la Mujer Rural, con la finalidad de reconocer su función y contribución en la promoción del desarrollo social, cultural, agrícola y rural.
Por ello, los retos para las mujeres rurales ecuatorianas, de América Latina y el Caribe, están en ser escuchadas, participar y ejercer sus derechos en todos los espacios que les competen, incluida la representación ciudadana y política. (I)