Confinamientos y espíritu de las ciudades/ Luis Fernando Torres
Los confinamientos generales dañan la salud y destruyen los negocios y las fuentes de empleo. Así lo han dicho miles de científicos en un manifiesto mundial. Y, en sentido parecido, se ha pronunciado la propia OMS, a los 7 meses del primer confinamiento en Europa, Estados Unidos y América Latina.
Los pacientes de enfermedades distintas del COVID no pudieron hacerse atender no sólo por los hospitales colapsados sino por las prohibiciones de movilidad. Al no haber sido tratados a tiempo, sus enfermedades se agravaron o no pudieron ser detectadas en una etapa temprana, como constataron los científicos a nivel mundial.
Con el reciente rebrote del COVID, las autoridades nacionales y locales de países y ciudades desarrolladas no han ordenado confinamientos sino que han impuesto severas restricciones, que, en último término, equivalen a confinamientos graduales y sectoriales. En Madrid, el gobierno nacional, con la oposición del gobierno de la Comunidad madrileña, ha restringido drásticamente la movilidad y el funcionamiento de actividades económicas y culturales. Los tribunales de justicia están por decidir si la medida gubernamental es razonable o no.
En Francia, el gobierno ha establecido toques de queda, al tiempo que la justicia ha iniciado investigaciones por homicidio involuntario en contra del jefe de gobierno y varios alcaldes que tuvieron la responsabilidad de tomar decisiones, entre enero y marzo de este año, cuando la pandemia apareció con toda su fuerza. Ayer se allanaron los domicilios de esos altos funcionarios con el propósito de encontrar información en computadoras y otros archivos.
Las ciudades con restricciones para reuniones y movilidad se quedan sin alegría y espíritu, a diferencia de las ciudades en las que la gente, cuidándose a sí misma con mascarillas y distanciamiento social, goza de mayores espacios para su libertad.
En su último libro, El Infinito en un Junco, Irene Vallejo, contrasta a la lúgubre Roma, cuando había entrado en decadencia, con la rutilante Alejandría. Marco Antonio, al desembarcar en la ciudad de Cleopatra y de la gran biblioteca, “se vio transportado a una ciudad embriagadora cuyos palacios, templos, amplias avenidas y monumentos irradiaban grandeza. Los romanos seguros de su poder militar y dueños del futuro, pero no podían competir con la seducción de un pasado dorado y del lujo decadente”. Esos contrastes existen ahora entre las ciudades sometidas a prácticas gubernamentales autoritarias y las ciudades con libertades.
Que no se les ocurra a las autoridades nacionales y locales ecuatorianas disponer otro confinamiento general. Lo que hicieron, siguiendo las equivocadas recomendaciones de la OMS, provocó la destrucción de millones de empleos y negocios y no sirvió para reducir los contagios. Ante un eventual rebrote, existen otras medidas más eficaces que el confinamiento. (O)