La verdad de los desplazados / Esteban Torres Cobo
Con la misma inquietud que sigo la política norteamericana sigo la española, tan cercana para nosotros como familiar. Y tanto el Trump del 2016, que movilizó a la masa desplazada del sueño americano en su propio país, a los que no cuajaban con el elitismo de Obama y a la dictadura del título-éxito, el Abascal de ahora apela precisamente a los que se sienten fuera de su propia patria. A los parias en suelo patrio movedizo. A los que nadie en el establishment quiere defender.
Luego de la moción de censura que planteó Vox contra el gobierno podemocomunista de Pedro Sánchez, confieso que yo también fue víctima del consenso de opinión de los expertos. Asimismo, la fina y contundente respuesta de Pablo Casado, líder del Partido Popular, me mareó. Y cometí el error de pensar que habían hecho bien en alejar de todo al partido verde de derecha. Pero los símbolos cuentan. Y Pablo Iglesias felicitando por su discurso a Casado no fue un buen presagio. Lo mismo Sánchez, tan astuto como obsesionado por el poder.
Pero lo que Abascal y su partido han logrado en estos años, además de consolidar la tercera fuerza política, es precisamente dar una voz a los que no la tenían. Los pactos políticos entre distintos no son malos per sé, pero si cuando excluyen a mayorías silenciosas. En el caso español, nadie cuestionó el sílabo progre en la educación de los niños y adolescentes hasta que lo hizo Vox. Nadie se metió con el lavado de cerebro separatistas que va décadas creando anticiudadanos hasta que lo hizo Abascal.
Nadie dio voz al mundo rural y campesino hasta que lo hizo Vox. Que las planas de los principales medios les envíen al paredón no es sino una condecoración. “Preocúpate cuando todos te aplaudan”, decía un refrán muy antiguo. Solo el tiempo dirá cuál será el futuro de esa fuerza en España. Y de cualquier otra que decida defender las batallas de las que todos hablan pero por la cuales pocos entran al fango de la lucha. (O)