Un pueblo mancillado en su dignidad / Lic. Mario Mora Nieto
Nuestros historiadores Dr. Pedro Fermín Cevallos, Don Celiano Monge, Don Isaías Toro Ruiz, Don Gerardo Nicola y Don Julio Castillo Jácome, coincidieron en calificar al día 22 de noviembre de 1820 como un día trágico y lleno de vergüenza para la dignidad del pueblo ambateño.
Luego de los acontecimientos del 12 de noviembre de 1820 los ejércitos españoles se reagruparon en la ciudad de Quito. El General Melchor Aymerich que se encontraba en Pasto, fue llamado de urgencia, se ordenó que inmediatamente salgan de Quito las mejores tropas para castigar a los revoltosos de Ambato; y lo hicieron el 17 de noviembre.
Se designó al batallón “Aragón”, junto con los “Dragones de Granada”, el batallón “Los Andes” y “Los Dragones de la Reina Isabel”, dando un total de 1.200 plazas.
El Coronel Luis de Urdaneta, con las tropas patriotas ya se encontraban en Ambato, la mayor parte tropas bisoñas reclutadas cinco días atrás e inadecuadamente armadas. Entusiastas jóvenes ambateños que sumaban unas 1.800 plazas.
Desde el momento mismo en que se supo la salida de los españoles con dirección a Ambato, cundió el nerviosismo. Las tropas se preparaban para un combate que eras inevitable. La euforia del 12 de noviembre pronto se transformaría en un hecho sangriento y en lágrimas.
Para el 21 de noviembre los realistas se encontraban en Nagsiche. De ahí salieron a las 3 de la madrugada del día 22 y a eso de las 10 am. se encontraban a la altura de Izamba.
El Coronel Luis Urdaneta había tomado posiciones en el sector del Socabón. Luego del primer entrenamiento Urdaneta abandonó aquellas posiciones para ir a situarse en las llanuras de Huachi, (donde hoy es el Colegio La Salle y la Universidad Técnica). Se combate con denuedo y furia en todos los sectores.
El Coronel Urdaneta y su ayudante León de Febres Cordero son impotentes para taponar las brechas producidas por los experimentados batallones realistas.
Por la tarde el grueso de las tropas españolas en la Villa de Ambato a coger prisioneros, sin discriminación eran salvajemente golpeados y luego fusilados.
El Doctor Pedro Fermín Cevallos, al referirse a este nefasto día relata:
“El estado de guerra y la agresividad de los españoles dejaron casi talada la Villa de Ambato. No hubo casa que quedara con puertas porque todas fueron derribadas o incendiadas para registrar y robarse cuanto hallaban. Mataron, violaron, saquearon.
Hartados de carcajadas y salvajismo tomaron a la indefensa población de Ambato como trofeo y objeto de Ferocidad”.
Varios días duró la tarea de identificar los cadáveres para poderlos sepultar, mientras la ciudad, humeante, lloraba de indignación y de impotencia.
Sin embargo la sangre derramadas en los campos de Huachi por más de 1.000 patriotas, sería el germen que fecundaría la gloria de Pichincha el 24 de Mayo de 1822. (O)