Últimos esfuerzos / Esteban Torres Cobo
El mundo se prepara para la vacuna. Ya se vacunó la primera persona en el mundo y según el gobierno en Ecuador estarían disponibles las primeras dosis en enero. ¿Es el fin de la pandemia? ¿Del letargo en el nos ha sumido una situación inesperada y apocalíptica? Quizás. Ojalá.
Será raro salir nuevamente a la calle sin la mascarilla, así como lo fue salir con ella la primera vez. Habrá recelo, porque la vacuna lo ha causado y seguramente cesen los riesgos en uno o dos meses luego de la vacunación masiva. En fin, que meses tan inciertos. Varias personalidades a nivel mundial anunciaron que se vacunarán con trasmisiones en vivo para que el movimiento antivacunas no termine por alargar la recuperación, entre ellos hasta Obama. Para que la gente sepa que no hay riesgos.
A Ecuador este principio del fin le llega en pleno mes de elecciones y, por ende, de definiciones claves sobre el futuro. El mitín político reemplazado por la pequeña reunión; el cierre de campaña con conciertos y multitudes reemplazado por el video a través de Facebook. El ausentismo con razón y causa. Todo nuevo. Todo nuevamente incierto.
¿Cómo será la Navidad y el Año Nuevo? ¿Reuniones familiares nucleares o todo como siempre? ¿Fiesta el 31 o cena y a la cama? Las proyecciones más serias pronostican un incremento de los casos en enero pero, por otro lado, a nivel científico se demotró la inutilidad del confinamiento y la restricción de movilidad para prevenirlo. ¿Era acaso necesario que en Ambato, por ejemplo, se reanude la restricción vehicular privada desde las nueve de noche? ¿Sabiendo que eso perjudicará al moribundo sector de los restaurantes y los cafés?
Ya en este punto para qué pelear por estas restricciones o denunciarlas. Quedan menos de sesenta días para confirmar que no eran necesarias. Cuando todo esto pase se pelearán todos por defender que su tesis era la correcta, pero como en esta pandemia lo que han sobrado han sido tesis de toda índole, el sambenito será monumental. (O)