Limerencia / Aracely Silva Cadmen
El amor es un sentimiento maravilloso, de él se dice que mueve el mundo pero hay veces que este va más allá y se convierte en un fenómeno obsesivo que hace sufrir a quien o a quienes lo padecen, cuando estamos en compañía del ser querido, el cerebro produce más serotonina, endorfinas, que son analgésicos naturales, y más dopamina, lo que aumenta el placer por lo cual sentimos una sensación de bienestar, liberando oxitocina en el torrente sanguíneo; la oxitocina se considera como la “hormona del amor”, siendo esa buena sensación que experimentamos, una recompensa que nos hace querer más.
Cuando el amor se rompe, las consecuencias son similares a la abstinencia del consumo de drogas y de hecho la adicción es tan fuerte que puede desembocar en graves conductas depresivas y obsesivas. Un día, así de la nada, empiezas a sonreír y a ver todo de color rosa. Si eres correspondido se produce la magia, pero si no… caes en la limerencia.
La limerencia, conocida también como la enfermedad del amor, y que afecta algunas personas de forma inconsciente; sobrellevar este efecto puede convertirse en una fuente de amargo sufrimiento, por eso se describe como un trastorno obsesivo compulsivo enfocado hacia el amor, es un estado mental involuntario resultado de una atracción romántica por parte de una persona hacia otra, es combinada con una necesidad imperante y obsesiva de ser correspondido de la misma forma.
La persona que padece limerencia tiene pensamientos insistentes con la persona a la que aman, esa obsesión puede causarle malestar en su vida diaria, contribuyendo a la ansiedad o la depresión que puedan perjudicar la salud mental. Esta enfermedad del amor puede llegar a ser fuente de gran sufrimiento tanto para él o la limerente.
Por supuesto que la limerencia tiene cura y esta pasa, la mejor opción es comenzar una terapia con un profesional especializado en trastornos obsesivo-compulsivos, que encontrará la mejor forma de afrontarlo dependiendo de la personalidad y antecedentes del paciente, entonces poco a poco, la persona se vuelve más racional, y para ello, el distraerse, hacer cosas diferentes a las cotidianas, son algunas pautas consideradas como principales opciones en este tratamiento; una vez que aprendes a manejarlo, el malestar disminuye, no se deja llevar tanto por las emociones, y luego de eso empiezas a adquirir control.
Recordemos que lo mejor es tomar medidas a tiempo y comenzar un tratamiento psicológico que será generalmente la mejor opción para poder superarla.
Si no puedes hacer nada al respecto, déjalo ir. No seas prisionero de cosas que no puedes cambiar. (O)