Pequeños problemas, grandes soluciones / Mario Fernando Barona
Tanto la legislación ecuatoriana como el manejo de la cosa pública deberían ser en lo posible pragmáticas, objetivas y directas para no dar pie a demoras innecesarias en su aplicación o a interpretaciones antojadizas; y a su vez, quienes tienen en sus manos el deber de administrarlas y ejecutarlas deberían procurar siempre soluciones inmediatas, efectivas y concretas en función del bien común.
Señalamiento este que lo hago porque con bastante frecuencia y particularmente en estas elecciones, los ecuatorianos hemos sido testigos de escenas tan patéticas como ofensivas de parte de algunos candidatos que despiertan malestar y vergüenza ajena en el conglomerado, y que aunque no serían determinantes en las grandes políticas de Estado, desgastan y hacen mucho daño. A manera de ejemplo:
- Por sentido común, amor propio y respeto ciudadano, ningún candidato debería permitirse recibir auspicio de un delincuente y mucho menos auspiciarlo, sin embargo, como ya se preveía, el prófugo Rafael Correa, violentando la Ley hizo campaña política abierta en favor de su candidato. Conociéndolos, el CNE debía anticiparse y advertir que aquel está impedido de hacerlo, y no esperar a recibir denuncia.
- La abultada lista de candidatos a las diferentes dignidades se depuraría con solo una reforma al Código de la Democracia (CD) que disponga que todo candidato que no logre un porcentaje mínimo -puede ser el 1%- del total de votos en la jurisdicción correspondiente debe devolver el monto completo que recibió del Estado para propaganda electoral. O mejor aún, una reforma que prohíba entregar recursos del Estado para campaña de candidatos y partidos políticos.
- Candidatos con grillete; algunos desesperados comprando (literalmente) el voto a mil dólares por elector; otros advirtiendo que el primer día en Carondelet “se pegarán una borrachera del carajo”; por ahí alguno con su plan de gobierno copiado del internet; otritos que no les da la gana de presentarse a debates; y muchos más sin la menor idea de nada pero con propuestas groseramente populistas y clientelares; etc.
A veces el bosque es tan amplio y vasto que perdemos de vista el imponente árbol, en otras palabras, si demandamos soluciones a las grandes problemáticas, comencemos simultáneamente dando guerra a este tipo de minucias. Permitir que cosas como estas sigan ocurriendo, es dar luz verde a un severo daño a la institucionalidad del Ecuador.
Por eso, el próximo presidente debería ser un estadista que con mano firme destierre la demagogia y solucione los grandes problemas del Ecuador, sin descuidar los pequeños, que como hemos visto también abruman. (O)