Simbolismo de Marte y las nuevas exploraciones espaciales / Ing. Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión

Con la llegada del robot explorador “Perseverance” a Marte, tras un viaje de cerca de 480 millones de kilómetros iniciado en julio de 2020, vuelve la atención mundial hacia uno de los compañeros inseparables de nuestro planeta.

El antecesor del Perseverance fue el robot Curiosity, que aterrizó en un sitio diferente del planeta en 2012 y aún sigue operando. Esto ha permitido constatar que antes de convertirse en un desierto helado, Marte fue lo suficientemente caliente como para albergar océanos de agua líquida.

El cuarto integrante de nuestro Sistema Solar debe su nombre al dios de la guerra de la mitología romana (Ares, según los griegos), hijo de los dioses Júpiter y Juno (o Zeus y Hera), asociado a lo largo de la historia a lo masculino y a la guerra.

Sus dos satélites llevan por nombre Fobos y Deimos (descubiertos en 1877), los cuales también fueron bautizados con referencias de la mitología; en este caso, la inspiración vino dada por el libro XV de la Ilíada, en el que el dios Ares invoca a sus dos hijos, el miedo (Fobos) y el terror (Deimos).

Como lo explica Susana Aznar Álvarez en su trabajo sobre simbolismo de los astros, Marte (masculino) es la contraparte de Venus (femenino). Mitológicamente ha sido representado como guerrero o trabajador incansable. Rige la energía activa que nos pone en movimiento, con la que luchamos por lograr nuestros objetivos. Se lo asocia también al elemento hierro.

La ira dice la autora, es típicamente marciana y surge cuando se ha perdido la capacidad de administrarla. El juicio rápido también está asociado con Marte. Los niveles físicos de energía están relacionados con este planeta, rigiendo la resistencia de nuestro cuerpo al hacer ejercicios físicos.

Físicamente tiene una tonalidad roja que marca su apariencia debido a la cantidad de óxido de hierro que mantiene en su superficie, junto a otras menores de matices azul y verde. En todo caso el predominio general del ocre reafirma su avanzada edad, de hecho, antiguas enseñanzas nos hablan de que es más viejo que la Tierra y que su estado actual es de “oscuridad, de adormecimiento.”

En nuestro sistema planetario sólo Mercurio es más pequeño que Marte, pues mide aproximadamente la mitad del planeta Tierra.

Su movimiento alrededor del Sol es tal forma que muestra constantemente ante él la misma semiesfera, que recibe luz y calor. La otra mitad no recibe ni el más insignificante rayo; sobre uno de los lados reina un día “eterno”, acompañado de un intenso calor y sobre el otro, impera una noche glacial al más alto grado.

Forma parte de los cuatro planetas telúricos (rocosos) del Sistema Solar, que son Mercurio, Venus y la Tierra. Precisamente fue la estructura rocosa, así como su apariencia similar a nuestro planeta, uno de los motivos por los que se pensó durante años que este planeta podía albergar vida similar a la que se encuentra en nuestro planeta. (O)

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