Deudores al indio aguatero de Ambato. 1824 / Pedro Reino Garcés
Nuevamente desde el Archivo Nacional, Seccional Tungurahua rescato estos datos de 1824. Importan para deducir la historia de la estructuración urbana. No hay duda que aflora una atmósfera de ruralidad en la vida de la villa recién salida del cascarón de las revueltas independizadoras. La vida de la villa dependía del agua que era conducida por la acequia alimentada por el Río Grande de Ambato. Había un encargado de dar el debido mantenimiento. Como no podía ser de otro modo, “el indio” aguatero era el responsable. Pero ni siquiera por comedimiento aparece en el expediente el nombre de tan clave personaje. Así está hecha “nuestra historia”. Aparecen sus “deudores”. ¿Le pagarían? ¿Quedaría la plata en las arcas para beneficiarios municipales?
Según documento adjuntado a este expediente (caso contrario no se habría incluido), se deduce que el beneficiario fue don Pedro José de Egüez, quien pasado un buen tiempo, en 1827, es decir, tres años después deja una constancia ante el escribano (Joaquín) Baca del modo siguiente: “Pedro José de Egüez vecino de este cantón ante Vuestra Señoría según derecho parezco y digo: que cumpliendo con un orden dado por Vuestra Señoría cumplo haciendo presentación del cargo del dinero que cojí, precisado a dar agua a este lugar por haberse segado la acequia enteramente por una avenida que bajó por la quebrada de Guachi, a consecuencia de una grande tempestad que hubo; y por el descargo se verá que nada debo, antes sí alcanzo en tres pesos cinco reales los que hago cesión a la cuenta de la Municipalidad.-Ambato y abril 2 de 1827 – 17.- Ambato y abril 3 de 1827 – 17.- Pase a que fiscalice el Procurador Municipal.- Firma Anda, ante mi, f) Baca”.
Los datos vienen en un “Cuaderno de los que deben dar la contribución para la paga al indio aguatero: y para este cobro se le comisiona al señor Baltasar Porres, quien cobrará exactamente con apercibimiento de su persona en caso de demora.”. Al final de la lista de los que deben contribuir se entiende con más claridad que la Villa necesitaba el agua para “cuadras, huertos y jardines” y por la urgencia del caso, se daba de plazo tres días. Si no tenían plata habían de quitarles “prendas”. La cantidad que debían recaudar era de 22 pesos y 2 reales. En todo caso, Egüez aparece como filántropo.
El “cuaderno” dice: “Siendo necesario mantenerse el indio aguatero para evitar los derrumbos que puede causar la cequia como siempre los ha causado, como también a que no falte la agua diaria a beneficio del vecindario quienes deben pagar por sus quadras, jardines y huertos para cuyo efecto se ha asignado la quota que va denominada y en caso de no pagar dentro del término del tercero día se les sacará prendas, que así es debido en justicia.- Ambato y mayo 8 de 1824.- Firman José Suárez y Tomás Sevilla.”
Aparecen 80 contribuyentes entre personas naturales y los conventos que serían las agrupaciones de quienes tenían derecho al agua de la acequia. Pagar por “quadras, jardines y huertos” quería decir que en el entorno a las viviendas había alfalfares infaltables porque eso significa tener “cuadra” hasta ahora en el ámbito rural. Era el sustento para caballos y ganado. Jardines y huertos se diferenciaban entre lo estético y lo utilitario. Estos eran los tiempos de la Ciudad Jardín que se destruyó con la modernidad y el giro comercial sobre el costo de la tierra y del agua. “Cuadras” solo tenían el Gobernador, el convento de San Francisco y dos conventos más, y la testamentaria del finado Villavicencio. Huertas eran del padre Bravo (+), la del finado Mariano Castillo, la de Mariano Vega y la de Mariano Bayas, y otra llamada “Huerta de la canela”. Se entiende que los demás tendrían jardines con pequeños cultivos. Tenían tierras urbanas los gobernadores indígenas Tinta y Cholota, así como “el Llamachaqui” (Pata de llama). (O)