¿Poder legislativo bicameral? / Andrés Felipe Jaramillo Torres

Columnistas, Opinión

La novela, El Gatopardo, del autor Giuseppe Tomasi di Lampedusa, publicada en el año 1958, plantea una sencilla idea que dice así: «Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie… todo será igual pese a que todo habrá cambiado”. 

Este pasaje de la novela, ayuda a reflexionar acerca de la propuesta legislativa de las reformas parciales a la Constitución que se tramitan actualmente, específicamente, a la reforma del establecimiento de un senado, como segunda cámara del poder legislativo. 

Como nota histórica, el modelo bicameral nace en el poder legislativo de los  Estados Unidos, que posteriormente influenció a otros países, tales como: Argentina, Brasil, México, entre otros. Lo cierto es que la estructura bicameral del poder legislativo tampoco es novedad en el Ecuador, este modelo se sostuvo hasta la entrada en vigencia de la Constitución de 1979. 

Es respetable la opinión de aquellos que proponen el restablecimiento del senado como segunda cámara del poder legislativo. Sin embargo, la pregunta de fondo es: ¿esta reforma generará que el poder legislativo se transforme en una institución eficiente? 

La verdad es que la Asamblea, que termina el periodo legislativo, ha dejado mucho que desear como institución, pues no ha estado a la altura de sus funciones, y  seguramente será recordada por los múltiples desaciertos legislativos a lo largo de los últimos cuatro años. 

En este contexto, se propuso el cambio al modelo bicameral, con la falsa ilusión de que el poder legislativo se transformará y se conviertirá en una institución eficiente, que no lo es, por el mero hecho de añadir una segunda cámara. 

El problema de fondo, independientemente de si estamos frente a un poder legislativo unicameral o bicameral, es que la gran mayoría de Asambleistas no están preparados con la formación política, jurídica, económica y financiera que el ejercicio de sus funciones requiere. Si no se corrige este tema, con una o dos cámaras, el poder legislativo seguirá dejando mucho que desear. 

En conclusión, la propuesta de reforma parcial a la Constitución, para restablecer el régimen bicameral del poder legislativo, responde a la estrategia de “El Gatopardo” de Lampedusa: “una de esas batallas que se libran para que todo siga como está”. Lo cierto es que, la Asamblea, está utilizando esta fórmula de maquillaje, para crear la ilusión de que un cambio de esta naturaleza cambiará la forma en la que ha venido actuando, sin atacar el problema de fondo, advertido anteriormente. (O)

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