Vacunas, pruebas y confinamiento / Editorial
El proceso de vacunación avanza lentamente, a tal punto que los menores de 40 años creen que se vacunarán en el último trimestre del año. La única expectativa es que el Presidente Lasso logre acelerar la vacunación de toda la población. Lo importante, en todo caso, es que la vacunación a quienes están en la primera línea, como los profesionales de la salud, está llegando a feliz término.
La aplicación de las pruebas ha sido la prueba más clara de la ineficiencia y la corrupción. En efecto, se las aplicó con retraso a un grupo reducido de personas, en medio de un gasto descomunal de los municipios y el gobierno nacional. Varios procesos penales se desarrollan, actualmente, a quienes adquirieron pruebas, por haberlo hecho fraudulentamente y con perjuicio a los recursos públicos.
Los confinamientos, por su parte, no han sido útiles para bajar considerablemente la velocidad de los contagios. Sí han servido, en cambio, para lesionar las economías locales y de los que operan con los ingresos que generan diariamente.
En definitiva, en casi 16 meses, desde enero del 2020, las medidas adoptadas por los gobiernos nacional y local han sido ineficaces y erráticas. Para llegar a esta conclusión existen parámetros internacionales y de comparación. Uno de ellos es Israel.
También es necesario señalar que los ciudadanos tienen su cuota de responsabilidad, al participar en aglomeraciones y no adoptar las medidas básicas de seguridad, como utilizar la mascarilla y mantener el distanciamiento social. (O)