Conexión con lo esencial / Kléver Silva Zaldumbide
Una tragedia o una adversidad nos hace más sabios, saca a la luz nuestras virtudes y puede convertirse en nuestra mayor fortaleza si la abordamos de tal forma que nos ayude a crecer; de una vida de sacrificios podemos escoger la serenidad, la oportunidad y la esperanza a la amargura, ya lo dijo la oradora, escritora y dramaturga Helen Keller que a sus 19 años perdió el oído y la vista: “Más vale encender una vela que maldecir la obscuridad”. A William Shakespeare, ser lisiado no le impidió escribir las mejores piezas teatrales de la historia, el haber sido manco y llevado una penosa existencia no inhibió a Cervantes de escribir uno de los más altos exponentes de la literatura universal, “El Quijote”, por ser ciego, John Milton no dejó de escribir el poema más grandioso de la lengua Inglesa, “El paraíso perdido”, aun siendo sordo, Beethoven compuso las piezas musicales más bellas que se hayan escuchado jamás. Las dificultades serias, los impedimentos físicos, nos pueden hacer lograr grandes cosas, Jean Renoir, pintó sus magníficas obras de arte con los dedos deformados por el reumatismo y el pincel atado a la mano, Thomas Alva Edison cuando inventó el fonógrafo estaba sordo…a menudo las desventajas y las tragedias deben despertar en nosotros las mejores cualidades, y deben incitarnos a esforzarnos y superar los obstáculos y a realizar objetivos que de otro modo ni siquiera hubiésemos intentado alcanzar.
Casi siempre la mente del ser humano necesita ver para creer, sólo entiende aquello que recibe de los sentidos, es algo limitado. Nosotros solo queremos comprobar, lo que antes ya se nos ha dicho. Pero existen momentos en la vida que nos marcan para siempre o dejan una huella imborrable en nuestros corazones. La felicidad, dicen, es como la niebla, que sólo cuando estamos lejos de ella la podemos ver de lo contrario no la percibimos y nos esforzamos por no sentirla o vivirla. Seamos felices pero de manera tal que nada ni nadie sea capaz de opacar ese sentimiento. “Lo esencial es invisible a los ojos” decía Antoine de Saint-Exupéry.
Dado que toda conducta motivada va dirigida hacia determinados objetivos, no siempre se los puede conseguir, y en ocasiones debemos escoger entre varias alternativas, y cuando la satisfacción de un motivo es impedida por cualquier obstáculo, hablamos de frustración. Nos sentimos en conflicto cuando se presentan circunstancias en las que debemos decidir entre dos motivos mutuamente excluyentes, entre dos metas incompatibles o tenemos una meta única en la cual hay aspectos atractivos y repelentes o en las que nos vemos obligados a elegir entre dos o más alternativas cada una de las cuales implica aspectos adversos y a la vez atrayentes. Recordemos lo que Bertold Brecht nos enseñó: “Hay hombres que luchan un día y son buenos, hay otros que luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”.
La frustración excesiva o continuada hace que nuestra energía negativa se desarrolle hasta llegar a límites extremos de amenaza física y psicológica provocando estados ansiosos recurrentes y desencadenando estados de sobreestrés. Reconozcamos la necesidad de una oportuna ayuda psicoterapéutica y de terapias inofensivas que restauran y regulan substancias que se agotan ante todas estas tensiones como es la Acupuntura con masaje. (O)