Afortunadamente ya no sé leer / Esteban Torres Cobo
Siempre es bueno regresar a la prosa seria y García Márquez es garantía de ello. La estructura plena y bien ejecutada es difícil de encontrar en nuevas piezas que, si bien gozan de popularidad y novedad, carecen de la pincelada de los grandes maestros. De la trascendencia y, por supuesto, de su subsistencia.
He releído en estos días “Memorias de mis Putas Tristes” del colombiano y no pude evitar imaginar la proscripción que hubiera recibido esta obra en los tiempos actuales de falsa corrección política y extremista ideología de género. No solo por su título sino por todo. Por su relato, fundamentalmente.
¿Una novela sobre un nonagenario que quiere regalarse un amor virgen y joven por su cumpleaños? Y que, encima de todo, ¿llama a la jefa de una casa de citas a solicitarlo? Quien sabe si el gran Gabo se tomó una licencia a su estilo de “La casa de las Bellas Durmientes” del nobel Yasunari Kawabata -de sospechosa similitud-, en todo caso, las dos fueran impensables en el 2019.
Afortunadamente ya no se lee. Nadie lee, y peor novelas. Ni los nuevos patrones de la corrección política y la izquierda fundamentalista ni su contraparte. La literatura pasa desapercibida y como una joya para quienes encuentran algo de placer en el complicado hábito de abrir una tapa e introducirse en lo que allí se ha escrito. De superar la tentación de una televisión que cada vez nos consume más y nos deja sin voz y pensamiento propio entre las multitudes digitales y la masa cretinizada. (O)