Ambiente encendido / Fabricio Dávila Espinoza
El paro de octubre del 2019 no fue un hecho aislado. El retiro del subsidio a los combustibles desató la ira popular y el oportunismo de algunos políticos en medio de la anarquía. Este mismo detonante ronda las calles al inicio del mandato de Guillermo Lasso.
Dos años atrás, el día de la eliminación del subsidio, diversos sectores sociales prometieron no resignarse. Varias jornadas de protesta dejaron muertos y heridos; destrucción de bienes públicos y privados; división regional; millonarias pérdidas y una imagen nefasta del Ecuador frente al resto del mundo. Al final, se anuló el Decreto 883 y volvió la calma.
Con actores distintos, pero con un escenario bastante parecido, el nuevo gobierno iniciará su calvario. Los combustibles son más caros todos los meses, según la banda de precios implementada en julio de 2020. A criterio del Ministerio de Energía, esta medida beneficia al Estado con 600 millones de dólares de ahorro. Cabe recordar, que hace un año, el mundo estuvo en cuarentena y el petróleo se vendía a precios risibles. En estas condiciones, el Presidente consiguió, casi sin sobresaltos, lo que en el 2019 hizo que se doblegue frente a dirigencia indígena.
Lasso recibirá una economía en terapia intensiva. Pero, sobre todo, heredará un clima social desfavorable. El símil de la mesa servida ya no es útil. Ahora no queda mesa ni servicio. Hasta agosto del presente año, las gasolinas ecuatorianas alcanzarían los precios internacionales y diésel llegaría a la paridad de mercado en marzo de 2022. Preocupa saber que, durante esta semana, el precio medio de la gasolina a escala mundial es de 1.16 dólares por litro. Así está registrado en el portal electrónico globalpetrolprices.com. Todo depende del precio los petróleos Oriente y West Texas Intermediate.
La última subida trajo como consecuencia un paro y la elevación del 15% de los pasajes interprovinciales. Los transportistas, presionando levemente, consiguieron un aumento. Sin duda, habrá grupos que seguirán el ejemplo de los transportistas. El país está abocado a una lenta recuperación postpandemia que durará más que el gobierno de Lasso. El ambiente está listo. Hace falta que alguien genere una chispa para que se desate el incendio. Un pueblo que ha sufrido tanto, no suele ser paciente. El reto para el nuevo gobierno y para los ciudadanos es acordar un proyecto que enfrente los problemas presentes y a la vez siente las bases para el futuro. El Ecuador debería estar a la altura de estas las circunstancias. (O)