Aceptación y credibilidad / Fabricio Dávila Espinoza
La aprobación del presidente Guillermo Lasso y su credibilidad arrancan con los índices más altos desde el retorno a la democracia.
La medición de la popularidad de los presidentes no es una práctica reciente. Cedatos, realiza este trabajo desde 1974. Esta empresa, perseguida políticamente tras la segunda vuelta del 2017, fue la que más se acercó a los resultados oficiales de las últimas elecciones.
Cedatos, publicó recientemente un estudio, según el cual, el actual presidente tendría una aprobación por encima del 70%. Para realizar esta publicación, se realizó entrevistas a más a dos mil personas, tanto de la zona urbana como del sector rural, en todo el país. En la muestra participaron mayores de 16 años. Los resultados gozan de un 97% de confianza y un margen de error muy pequeño, apenas el 2.7%.
Las autoridades suelen empezar con una aceptación que dura lo mismo que un castillo de arena en la playa. En esta última era democrática, varios presidentes han llegado al poder superando la barrera del 60%. Roldós, el 68%, al igual que Rafael Correa; Abdalá se posicionó con el 66%, lo mismo que Jamil y el licenciado Moreno; mientras que Lucio Gutiérrez llegó al 64%. Ahora, Guillermo Lasso, marca un record nacional, para ubicarse en la primera posición, con un porcentaje cercano a 73 puntos. Este resultado no deja de ser sorpresivo, considerando que pasó la primera vuelta con sobresaltos y en la segunda vuelta obtuvo el 53%, aproximadamente.
Si bien, estos resultados son importantes, más trascendental es mirar cómo llegan al final. En esto, algunas caídas han sido escandalosas. Entre todos, Correa es el presidente que terminó su década de gobierno con el índice más alto de aprobación, 45%. Los demás no pasaron del 10%. Abdalá, fue destituido teniendo el 6% de aprobación. En seis meses perdió 60 puntos. Jamil abandonó el país cuando apenas llagaba al 7%. Mientras Moreno, se marchó con el risible 2% de credibilidad.
El periodo vigente inicia con una amplia popularidad, la credibilidad de la palabra del presidente casi llega al 63%. Al tratarse de un hombre vinculado a la banca, seguramente sabe que este impulso inicial es un capital que no debe empeñarse. El cumplimiento de las primeras promesas de la campaña le darán la confianza para continuar con el trabajo. El reto de vacunar e 9 millones en 100 días es ambicioso y su incumplimiento traerá contrariedad y pérdida de apoyo.