Atentado a la democracia colombiana / Andrés Jaramillo
El día viernes 25 de junio se produjo un atentado en contra del presidente colombiano Iván Duque. El helicóptero presidencial en el que se transportaba desde la ciudad de Sardinata hasta Cúcuta fue objeto de múltiples disparos, presuntamente provenientes de la guerrilla que continúa arraigada en la frontera entre Venezuela y Colombia.
¿Qué pasó con el Acuerdo de Paz firmado por el expresidente Santos y los grupos guerrilleros en el 2016? Intentar dar por terminada la vida del actual presidente no respeta el acuerdo, y es sólo una prueba más de que el ciclo de violencia guerrillera en Colombia no se ha detenido. Lo sucedido el viernes pasado ratifica lo que muchos venían pensando: quizá el acuerdo nunca fue garantía de una “paz real y duradera”.
Esto se debe, principalmente, a que, pese a que sí existió una desvinculación de un significativo número de personas al grupo guerrillero, otras optaron por mantenerse como grupos guerrilleros disidentes. Situación que dificulta que el acuerdo logre trascender, como se esperaba, al plano del mundo real, pues la lucha armada nunca cesó y sigue imperante.
Firmar un acuerdo de paz en un Estado donde predominó un modelo de violencia estructural y colectiva por más de cinco décadas siempre tendrá sus complejidades. Con este, se esperaba que nunca más un grupo guerrillero amenace al orden público del Estado colombiano. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que el conflicto armado continúa, y los grupos disidentes son una amenaza real e inminente al compromiso de paz en Colombia.
El ataque con intenciones letales al presidente Duque amenaza la democracia colombiana. Ningún presidente electo democráticamente debe ser sujeto de un ataque de esta naturaleza. Quienes estén detrás de esto, deben ser investigados y responsabilizados. Basta de normalizar los actos delictivos del crimen organizado en Colombia. (O)