Bicentenario en Perú. 1821 – 2021 / Pedro Reino Garcés
Perú celebra el 28 de julio el día de su independencia y la anulación de su virreinato dependiente de España. El proceso es curioso y nos involucra a quienes ahora tenemos una república en manos de opresores modernos. Perú ha celebrado con la posesión de un presidente que no quiere gobernar desde el Palacio de Pizarro en Lima, porque rememora justamente el eje emblemático del poder colonizador y en donde se han aureolado los monarcas coloniales y republicanos. El profesor Pedro Castillo fue a tan importante ceremonia con una indumentaria cajamarquina caracterizada por ese sombrero de paja que es bastante caro (unos 1000 dólares) porque yo quería comprarme uno cuando visité esa emblemática ciudad donde justamente Pizarro asesinó a Atahualpa después de robar y chantajear a su gusto a los vencidos; claro y desde luego, con el apoyo de nativos que se vendieron a los saqueadores, como ahora hacen entregandoles bastones de mando.
En presencia del Rey de España Felipe VI y del ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Albares Bueno, el nuevo Presidente actuó, como han dicho algunos monarquistas europeos, como un “salvaje e incivilizado”, en reacción a su discurso de posesión. Esta opinión refleja que a pesar de los siglos y de la “independencia”, Europa todavía mira a América Latina como en la época colonial: tierra llena de recursos donde los saqueadores pueden hacer civilizados negocios sin que nadie les alce la voz de reclamo. Para eso ha servido y sirve la Independencia y la democracia, con los criollos que captan el poder y que no admiten que de los vencidos, salga uno que con conciencia social, reaccione en defensa de su pueblo, a poner las cosas en el “desorden” al que van a repudiar las oligarquías.
Si el espíritu de los Pizarro merodea su Palacio virreinal, no solo necesita shamanes que hagan limpias y quemen inciensos. Pedro Castillo no ha querido asumir el “orgullo” de los chapetones de “sentirse un nuevo Pizarro”. Como profesor que ha leído otra historia, desde la óptica de los vencidos, debe saber que los Pizarro fueron quienes desde un principio quisieron ser reyes en América, independizándose de “su adorado Monarca, al que escribían que besaban pies y manos” en señal de obedecimiento. Esta intentona tiene que ver con la “Batalla de Añaquito” en la que los hermanos Pizarro cortaron la cabeza del Virrey Blasco Núñez de Vela.
El nuevo presidente del Perú, debe tener claro que sobreviven los pizarristas y los almagristas jaloneándose el poder, degollándose mutuamente por creerse dueños absolutos de lo robado y de su imperio que incluye a su gente (que ahora debe sobrevivir vacunada, por seguridad sin otra salida). El palacio de Pizarro a donde “irrumpieron los almagristas el 26 de junio de 1541” hace 480 años, debe acoger las tenebrosas voces de agonía del asesinado Francisco Pizarro, ahogándose en su propia sangre mientras la espada se iba introduciéndose por su garganta, después de “«tantas lanzadas, puñaladas y estocadas” que reclamaban por la vida de Almagro, a quien degollaron un 8 de julio de 1537, hace 484 años, aplicándole un torniquete para luego degollarlo civilizadamente.
El hijo mayor de Pedro Castillo, requerido por la prensa sobre lo que va a hacer después de la posesión de su padre como Presidente, ha dicho que regresará a su casa campesina porque tiene que volver a cuidar de sus vacas. Claro que las élites urbanas se ríen de los pobres. Pero es hora de que los cambios reordenen el mundo con la convicción necesaria de las bases. (O)