El clima de los autos / Luis Fernando Torres

Columnistas, Opinión

En la Unión Europea los autos de combustible tienen los días contados. Desde el 2030 sólo podrán circular vehículos eléctricos, mientras se levantan barreras físicas y emocionales a los conductores, con mal diseñados carriles de bicicletas y cierre de vías en los centros urbanos. 

En Estados Unidos, el octogenario Biden quiere multiplicar por 15 el porcentaje de vehículos eléctricos, que, actualmente, representa el 3,5% del parque automotor, para que, antes del 2030, sea del 50%. 

Detrás de tales políticas están como justificaciones, en primera línea, el cambio climático, y, en segunda línea, una agenda para dotar de más poderes de control y regulación a los gobiernos nacionales y comunitarios. 

Para tal arremetida en contra de los vehículos de combustible, a los gobernantes les sobra el dinero. Sin embargo, se quejan de déficits cuando tienen que solventar los problemas de la seguridad social. Primero el cambio climático y la agenda estatista, después los jubilados y pensionistas. Extraña paradoja. 

Proteger el medio ambiente y evitar catástrofes climáticas son objetivos plausibles. Lo preocupante es el daño a la economía y a la vida de millones de personas. La transición a vehículos eléctricos es costosa. Se deben combinar incentivos y subsidios para que alguien adquiera un vehículo eléctrico. Se requiere que se instalen miles de punto de carga en todo el territorio y que haya suficiente provisión de energía barata. Todo ello cuesta, y mucho. 

En España, el sector automotor representa sobre el 12% del PIB, entre fabricación, distribución, financiamiento y seguros. En las calles aparcan las noches 19 millones de carros de combustible, sin acceso a enchufes. La aplicación de las políticas europeas de descarbonización vehicular provocaría un  impacto fuerte en la economía. 

Ecuador todavía está lejos de esos costosos experimentos, aunque no han faltado autoridades que han infligido severos daños a conductores con equivocadas medidas de restricción vehicular que ni siquiera en Europa y Estados Unidos han resultado exitosas. (O)

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