Saber escuchar para comunicarse / Ing. Patricio Chambers M.
Una de las dificultades por las que atravesamos hoy en día, es no encontrar maneras adecuadas para comunicarnos con los demás en un mundo tan tecnificado y lleno de redes sociales que supuestamente nos llevarían a mejorar nuestra comunicación.
Lamentablemente la realidad es muy otra y hoy parecería que nos sentimos cada vez más solos, en medio de un número creciente de personas alrededor nuestro.
En uno de sus artículos publicados en España, María de los Ángeles Fígares explica esta problemática y también aporta con más de una solución, que no es otra que la de saber escuchar.
De hecho, nos recuerda que en el proceso de comunicación verbal que desarrollamos a lo largo de nuestra vida, se ha calculado que dedicamos un 40% a escuchar y un 35% a hablar. El problema es que, aunque parezca mentira, solamente escuchamos con eficacia un 25% de lo que oímos. De ahí la importancia de saber escuchar, pues es la vía de aprendizaje más fácil y más a nuestro alcance que tenemos para comunicarnos eficazmente con los demás.
Citando a N. Weiner, nos dirá que el diálogo “es un juego compartido por el que habla y el que escucha contra las fuerzas de la confusión. A menos que ambos hagan un esfuerzo, es prácticamente imposible que se produzca la comunicación interpersonal”. Escuchar supone, pues, un esfuerzo; es algo activo y no simplemente “dejar hablar al otro” permaneciendo en actitud pasiva.
Escuchar es obtener información del que habla, sin críticas y buscando comprender lo que nos quieren trasmitir, mostrando interés en lo que dice. Una buena forma es aportar prudentemente con alguna idea o inquietud alrededor de lo planteado.
Un punto importante es considera que en el aprendizaje de la escucha es bueno que empecemos por el ejercicio de escucharnos a nosotros mismos.
Cabe también señalar que en esto se reconocen tres niveles: en primer lugar está la escucha activa, concentrada no solo en lo que nos dicen, sino también en las intenciones y sentimientos del que nos habla.
Segundo, la escucha selectiva o lo que es lo mismo, oír solo lo que nos gusta. Esto puede producir malentendidos y generar serios problemas en la comunicación. Finalmente, la escucha pasiva, es decir, no escuchar o hacerlo sólo aparentemente o a medias, lo cual nos lleva a perder el tiempo y respeto al otro.
El comportamiento, nos dice la autora, es solo cuestión de hábitos y estos ya sabemos que, con un mínimo de diez días practicando, podemos cambiarlos e, igualmente, las actitudes se pueden también modificar con solo cambiar las formas mentales que las generan.
En fin, existen algunas fórmulas interesantes que nos permitirán mejorar nuestra comunicación, como el crear un ambiente positivo y atento. También mostrarse cooperativo, haciendo de eco para la otra persona. Hay que recordar que cuando alguien viene a contarnos algo, lo que necesita es que le escuchemos.
Por ello, saber escuchar es el primer paso para una buena comunicación. (O)