La educación como auto superación / Lic. Mario Mora Nieto
“La vida concebida como una continua disputa, es un camino abierto a los desajustes emocionales, que se convierten en fuente inagotable de inseguridad, temor y angustia” –Imideo G. Nérici-
La educación debe ser concebida como un instrumento fundamental para vencer la tendencia al entretenimiento, a la competencia en que un alumno es inducido a superar a los demás, transformándolos en adversarios, en rivales.
La superación bien entendida no debe consistir en vencer al colega, sino en auto superarse. El alumno debe ser orientado a competir consigo mismo, de ese modo, la auto superación lleva al educando a esforzarse para rendir al máximo de sí, sin otra preocupación que no sea la de mejorar su propio rendimiento. Que cada uno, por lo tanto, produzca lo que más pueda y que se esfuerce continuamente.
La acción educativa debe cumplirse, desde el ámbito primario hasta el superior, en el sentido de transformarlas actividades competitivas en actitudes cooperantes, precisamente porque las necesidades fundamentales de la vida son las mismas para todos los seres humanos. Más humanos e inteligentes, entonces, colaborar y no competir.
El sentido del progreso en la educación del individuo debe ser el de la victoria sobre sí mismo, tendiendo hacia el bien común en una tarea de colaboración con todos, para que su acción benéfica trascienda también a la comunidad.
Lo que se hace imprescindible es una acción que fortalezca el “yo” y atienda las legítimas “necesidades sociales”.
En tiempos de crisis de toda índole como los que vivimos actualmente, la educación y particularmente la educación en valores, resulta básica para la transformación positiva de la comunidad ecuatoriana.
Pero, el asunto no es tan fácil como parece, ya que los valores, no se pueden enseñar en el sentido clásico como se enseña matemáticas, literatura o geografía. Los valores se deben, se tienen que cultivar desde adentro, a partir de la imitación e identificación con las personas con las que viven y se relacionan cotidianamente. Los valores se enseñan con el ejemplo.
Es importante considerar, plenamente, que la familia, a lo largo del tiempo, ha jugado un papel fundamental en la formación de virtudes y valores morales, elementos básicos para el desarrollo de sociedades fuertes.
Sólo el cultivo de valores nos llevará a la auto superación, fundamentada en la perseverancia y en la paciencia, alejada de toda vanidad, soberbia y egoísmo.
La educación del ayudar al hombre a ser lo que él es, sin mistificaciones ni deformaciones, para cooperar mejor en la obra del bien común. (O)