Libertad de la economía / Edison Narváez Z.
Siendo el hombre libre, no lo es del todo pues tiene reguladas casi todas las actividades que le dicen lo que debe y no debe hacer, hablando de economía la libertad se basa en la capacidad individual de ser empresario o trabajador dependiente y destaca la capacidad de las personas de crearse su propio patrimonio independiente, entendiéndose como patrimonio no únicamente el material sino también el intelectual; ciertamente los conocimientos son el mejor patrimonio del hombre libre y su reputación profesional su carta de presentación.
Evidentemente, la libertad en su más amplia expresión favorece a la Economía de Mercado, entendiéndose ésta por la organización social destinada a facilitar la producción y el consumo de los bienes y servicios que convergen en la libre oferta y demanda, y con cierta participación del estado para garantizar el orden en el sistema económico pues el mercado está compuesto de individuos y no de santos; considerando además que el Mercado funciona a través del sistema de precios.
Si bien es correcto aceptar que no deberíamos
ubicarnos en los extremos de una economía de mercado o de una economía regulada
totalmente por el Estado, sí es importante que las señales que se envían o las
decisiones que se adoptan tengan coherencia y una determinada dirección. No se puede concebir que por intereses políticos,
personales o de grupos económicos, en ciertas circunstancias sea el mercado el
que deba decidir y en otras se le pida al Estado que solucione los problemas.
Es necesario aceptar un punto intermedio, en donde el Estado participe en
determinadas actividades y el mercado en otras, por tanto resulta ineludible
delinear claramente esa línea divisoria que en ocasiones es difusa y poco
clara. Debe establecerse que el límite de intervención estatal llega hasta
cierto punto, a partir del cual el mercado es el que interviene. Es decir, es
importante rayar la cancha de juego y las reglas del mismo.
Evidentemente, la función del estado en la economía debe ser la de un constructor de institucionalidad y motivador de la iniciativa privada, que permita asociar el mercado con los objetivos de desarrollo del país, promoviendo la competitividad de la economía para hacerla menos vulnerables a los exigentes cambios del entorno internacional.
No obstante, para trabajar en conjunto se necesita renunciar a intereses personales, de grupos económicos y de partidos políticos. Es menester tener claro que la estabilidad macroeconómica debe ser un objetivo de estado y que el país está inmerso en una tendencia hacia una economía de mercado, no porque el Ecuador lo haya decidido sino porque la mayor parte de países del planeta van en esa dirección. (O)