Los tropiezos nos fortalecen / Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión

El símbolo chino de sufrimiento está compuesto de dos caracteres: uno significa peligro, y el otro, oportunidad. El peligro está en no hacer nada por superar nuestro sufrimiento o reaccionar equivocadamente o no hacer nada por superarlo. La oportunidad está en escoger las opciones más valientes e inteligentes para nuestro bien y nuestra recuperación.

La vida nos proporciona momentos maravillosos y apasionantes, pero a veces nos da malas cartas para jugar y de nosotros depende como respondemos. La vida es una lucha constante sobre todo en un mundo tan lleno de conflictos como el de hoy. Hay circunstancias que nos hacen sentir que estamos en un callejón sin salida, todo nos parece desolador y nos sentimos totalmente derrotados, al borde de la desesperación. Lo bueno, lo justo, lo verdadero…te preguntas: ¿vale la pena? Acaso sufres una enfermedad grave y sientes que la peor tragedia se abatido sobre ti y te has quedado sin fuerzas, que te duele hasta el aliento, sientes que la vida se ha ensañado contigo como  como un golpe helado, un hachazo invisible.

A veces las mayores victorias en nuestra vida surgen de esos momentos  de desesperación y dificultad y que aunque a veces nos veamos tentados a abandonar y a creer que no hay solución, dichos fracasos pueden convertirse en triunfos maravillosos. Una tragedia puede convertirse en nuestro mayor bien si la abordamos de tal forma que nos ayude a crecer, ya lo dijo la madre Teresa, recordando a Helen Keller, una gran mujer que nació sordo-muda y ciega y que alcanzó fama mundial con sus pensamientos: “Se me dio mucho, no tengo tiempo para pensar en aquello que me fue negado, seguiré mirando la luz del sol y no veré las sombras…más vale encender una vela que maldecir la oscuridad”. A William Shakespeare, ser lisiado no le impidió escribir las mejores piezas teatrales de la historia, el haber sido manco y llevado una penosa existencia no inhibió a Cervantes de escribir uno de los más altos exponentes de la literatura universal, “El Quijote”, por ser ciego, John Milton no dejó de escribir el poema más grandioso de la lengua Inglesa, “El paraíso perdido”, aun siendo sordo, Beethoven compuso las piezas musicales más bellas que se hayan escuchado jamás. Las dificultades serias, los impedimentos físicos, nos pueden hacer lograr grandes cosas, Alejandro Magno era jorobado, Homero era un trovador ciego, Jean Renoir, pintó sus magníficas obras de arte con los dedos deformados por el reumatismo y el pincel atado a la mano, Thomas Alva Edison cuando inventó el fonógrafo estaba sordo… En nosotros pueden nacer las mejores cualidades que deben incitarnos a esforzarnos, a superar obstáculos y a realizar objetivos que de otro modo ni siquiera hubiésemos intentado alcanzar. Cuando no te rindes en ese momento crucial en que aguantas un poco más y  no pierdes la fe, llegas a tener el poder para elevarte por encima de todo. Es necesario tener valor, el valor moral, el mundo se halla en conspiración constante contra los valientes. Cuan cierto es el proverbio que dice: “El que realmente quiere hacer algo, puede, y el que no, encuentra una excusa”. Necesitamos creer que tal vez nuestro problema no sea tan grave, para ello meditemos en este pensamiento: “Me sentía ingrato porque no tenía zapatos, hasta que conocí una vez a un hombre que no tenía pies”. (O)

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