“Él come muertos’ en una noche en el museo
La actriz ambateña Julia Susana Mayorga con 32 años de trayectoria en el ámbito teatral de las artes escénicas, escritora de las obras puestas en escena y narradora del Grupo Teatro Popular del Ecuador, difundió su obra ‘Él come muertos’, en la programación ‘Una noche en el Museo’, el dos de noviembre.
La obra es una leyenda andina que cuenta la horrible historia de Iván, hijo único de una familia de campesinos dedicados a la elaboración de esteras, que, tras muchos años de intentar tener un hijo, por fin fueron bendecidos con la vida de Iván, niño al que, como era de esperarse le dedicaron la vida.
Según la narradora Iván creció sin que sus padres pudieran imponer disciplina ni valores, el amor enfermizo que sentían por él les impedía ver límites y menos aplicarlos. A los 14 años Iván dejó la escuela y se dedicó a la parranda con otros jóvenes del barrio, la farra diaria incluía trago, pronto comenzó a llegar borracho a la casa.
En el pueblo estaba doña Flor que era quien mantenía informada toda la población era una especie de medio de comunicación a quien no se le pasaba nada. Iván a los 18 años era un bebedor consumado y empezó a manejar mucho dinero que nadie sabía de dónde salió. Pronto doña Flor aplicando un método infalible, que era perseguir a Iván, pudo descubrir que el muchacho robaba a los muertos del panteón las joyas y bienes de valor con que eran enterrados según su voluntad, mismos que luego eran vendidos en cachinerías del centro de la ciudad, pero la informante no era lo único que descubrió, sino que además Iván era antropófago, es decir, se alimentaba de la carne de los muertos, dice Julia en la narración de su leyenda.
Doña Flor sabía que lo comprobado era poco creíble por lo que no contó lo que sabía hasta que fue testigo de cómo Iván sufría una horrible y espectral transformación que terminó por convertirle en un monstruo que asesinó a su padre y a su madre porque no cumplieron el pedido de traer carne de venado para su consumo.
Mientras la vecina corría la noticia, Iván había obligado a su abuela paterna a asar la carne de su propio hijo, padre de Iván, para comerla.
Finalmente, el pueblo logró, con todas las herramientas que pudo y uniéndose entre todos los vecinos, someter al asesino antropófago, atarlo a un caballo y desaparecerlo para que nunca más nadie pudiera encontrarlo.
Según la leyenda hasta hoy no se sabe dónde fue lanzado su cuerpo, pero se sabe que en el páramo aún se puede escuchar el desgarrador grito del come muertos pidiendo perdón por sus maldades. (I)