Inseguridad / Mauricio Calle Naranjo
Ante los últimos hechos suscitados en la penitenciaría del litoral, en todo Ecuador se respira un aire de intranquilidad. No cabe duda que en el país, los carteles están presentes y articulan sus fechorías ante la mirada paralizada de las autoridades que no logran detener la delincuencia ni tampoco transmitir un mensaje de serenidad a la ciudadanía. En la prensa es pan de cada día encontrar noticias de droga incautada, sicariatos, asaltos y balaceras, ninguna provincia se salva de tener en las calles a delincuentes y pandillas que de a poco conquistan nuevos territorios, debido a que las mafias han desarrollado habilidades para incrustarse en todos los niveles de poder.
Es una paradoja reactivar el sector turístico mientras al mismo tiempo ahuyentamos a los viajeros, porque Ecuador actualmente es tildado a nivel internacional de un país donde hay que tener precauciones debido a los altos niveles de delincuencia, como lo descrito en el aviso oficial del Gobierno Canadiense. Todos los días la población vive una incertidumbre y zozobra, los trabajadores salen por la mañana a ganarse el sustento y no saben si al finalizar el día podrán llegar nuevamente a sus hogares y abrazar a sus familias. Ahora solo es un recuerdo esas calles tranquilas donde los niños solían jugar sin peligro de nada y se podía transitar a cualquier hora del día sin temer a ser asaltado.
Vivimos tiempos desesperados por lo cual necesitamos medidas de vanguardia y disruptivas. Es así que el pueblo debe unirse en pro de construir una sociedad más sana y cimentada con valores y principios. Ecuador no puede esperar a que los gobernantes de turno tomen decisiones tibias y antitécnicas. Por lo contrario debemos cuidarnos entre todos, cada barrio, cada familia, cada parroquia y ciudad debe concientizar la problemática y unirse para ser más fuertes y organizados. «Las cárceles siempre hablan de las sociedades en las cuales están insertas. Las cárceles son el reflejo de la sociedad que estamos construyendo y es el fracaso de nosotros como sociedad, de no tener una sociedad más cohesionada justa y digna» (Sanhueza, 2016). (O)