Ambiente de paz… / Andrea Manjarrez Ocaña

Columnistas, Opinión

El no muy querido estrés, definido como estado psicosomático que nace en la psiquis mental y da lugar a afecciones de salud y síntomas como deficiencia en la calidad nutricional y alimentaria, disminución de tiempo de reacción, patologías como la ansiedad, agresividad, descontento en facetas familiares, laborales o personales, sin duda un tema que ha causado conmoción en todos aquellos que se ven envueltos en él, pero quien se escapa de esta “enfermedad de moda”, la del siglo 21, la que llego con el modernismo y la globalización, la que en palabras de la jerga la definiríamos como: “ahogarse en un vaso de agua”, pues en definitiva engloba a antivalores como vaguería, pereza, cobardía; una persona al no saber encontrar la manera apropiada de afrontar conflictos emocionales, o problemas un tanto reales y a la vez imaginarios, quizá exagerados, presenta síntomas de estrés, que provocan un entorno molesto, incomodo,  para quien la padece y quienes lo rodean, ¿pero que lo ocasiona?, sin duda el ajetreo diario, la monotonía habitual, el trabajo recargado, situaciones imposibles de extinguir pero no de enfrentar, pues la vida nos presenta un telón que se abre al nacer y únicamente se cierra al haber terminado la obra con éxito, nadie dijo que era fácil vivir, nadie nos entregó un manual donde explicaban como escabullirse de los obstáculos para no tener que atravesarlos, pero si se nos entregan las herramientas para construir senderos reales y duraderos.

Este malestar citado anteriormente causa la muerte incluso de quienes permitieron que el estrés sea el protagonista, pues logra ocasionar enfermedades adversas que van desgastando la salud, y acaban con un organismo vigoroso, pues la indicación del cerebro de no trabajar con normalidad hace que todo el cuerpo humano cambie de manera negativa su andar. Cuantas cosas podemos evitar al darle más importancia a la  calma y tranquilidad, logrando siempre un Ambiente de paz…               (O)

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