La vida, la salud y la felicidad / Klever Silva Zaldumbide
La intención del médico debería ser propiciar el mayor bien, es decir, defender los mejores intereses del paciente, que son la vida, la salud y la felicidad.
El médico, matemático, astrónomo, físico y filósofo Moisés Ben Maimónides de la España medieval construyó una plegaria que es saludable recordarla:
“Llena mi alma de amor para el arte y para todas las criaturas. No permitas que la sed de ganancia y la ambición de gloria hayan de influirme en el ejercicio de mi arte, porque los enemigos de la verdad y del amor del prójimo, podrían fácilmente descarriarme y alejarme del noble deber de hacer el bien a tus hijos. Sostén la fuerza de mi corazón, a fin de que siempre esté dispuesto para servir al pobre y al rico, al amigo y al enemigo, al bueno y al malvado. Haz que no vea más que al hombre en aquel que sufre. Que mi espíritu y mi entendimiento permanezcan claros en toda circunstancia. Que no me distraiga ningún pensamiento extraño ni interesado, para que tenga presente todo lo que la experiencia y la ciencia me han enseñado, porque grandes y sublimes son las investigaciones científicas que realmente miran a conservar la salud y la vida de todas las criaturas. Haz que mis enfermos tengan confianza en mí y en mi arte, y que sigan mis consejos y prescripciones. Aleja de sus camas a los deshonestos, al ejército de parientes con sus mil consejos, y a los que practican el arte sin saberlo, porque constituyen una raza peligrosa, la que por vanidad hace fracasar las mejores intenciones del arte y a menudo arrastra a los enfermos a la tumba. Si los ignorantes me censuran y se burlan de mí, haz que el amor del arte, como una coraza me haga invulnerable para que pueda perseverar en la verdad sin miramientos para el prestigio, el renombre y el enriquecimiento ilícito.
Incúlcame, Dios mío, indulgencia y paciencia al lado de los enfermos toscos y testarudos. Haz que sea moderado en todo, pero insaciable en el amor por la ciencia. Aleja de mí la idea de que lo sepa todo y de que todo lo pueda. Dame la fuerza, la voluntad y la ocasión de adquirir siempre mayores conocimientos. Que yo pueda hoy descubrir en mi ciencia cosas que ayer no llegaba a sospechar, porque el arte es grande, pero el pensamiento humano penetra siempre más allá…Amén”
«El médico – dice E. D. Pellegrino – debe ser una persona que tenga la virtud de la integridad, una persona en quien se pueda confiar para que interprete su aplicación con la máxima sensibilidad moral”.
La gente quiere médicos que quieran a la gente; antes de ser un buen médico, tratemos de ser buenas personas. “Los médicos no somos dioses, sólo somos herramientas de Dios”. “La buena medicina es aquella que mejora el cuerpo y no asalta el bolsillo del enfermo”. (O)