Demografía precolombina y afines. / Pedro Reino Garcés
Las cifras que contienen los libros en lo referente a la población amerindia precolombina van desde el mito a las inexactitudes de la información actual. Este capítulo de interés para muchos enfoques que derivan de su hipótesis, sigue inquietando a los investigadores que indagan nuevas perspectivas y un abanico de análisis.
“Las Casas había visto más de tres millones de ánimas en La Española (la actual isla de Haití y Santo Domingo), cantidad que para fray Tomás de Angulo era de dos millones, y para el geógrafo López de Velasco de “más de un millón”” dice una investigación sobre “El Desarrollo de la población indígena de América”, que aparece publicada por un coleccionista empastador de libros con temas diversos debidamente impresos. El primer tema es de la Universidad Mayor de San Marcos / Facultad de Medicina, en 1908. Y el segundo en la p. 115, es de autoría de don Ángel Rosenblat, que lo publica bajo el título de Investigación, (Cosas de libros raros y curiosos). Cosas de la redacción:
¿Cómo es que Rosenblat redacta que Las Casas había visto? Lo de fondo es que cada quien pone una cantidad de pura imaginación. Sigamos con otro dato hiperbólico “del historiador mejicano Clavigero (al) que no le parecía inverosímil la afirmación de algunos autores de que a las fiestas de consagración del gran templo de la ciudad de Méjico, en 1486 habían acudido seis millones de indios. El cronista Gonzalo Fernández de Oviedo afirma con insistencia que murieron dos millones de indios en solo una pequeña parte de América Central, la Gobernación de Castilla del Oro y Nicaragua, en los 16 años de gobernación de Pedrarias (1514-1530). La población del imperio incaico era, para el investigador peruano Larraburre y Unanue de 10 a 12 millones de almas. En cuanto a cálculos de conjunto, el geógrafo alemán Sapper, en el Congreso Internacional de Americanistas de La Haya (1924), basándose en los medios de subsistencia de la población, supone para toda América de 40 a 50 millones…” (Rosenblat, p. 116)
Luego les ofrezco un comentario a una tabla que publica Rosenblat focalizando datos que se disponían por los años 1930. Van en paréntesis los datos de la población total.
Colombia con 250.000 indígenas (7´851.000).- Venezuela: 136.147 indígenas (3´216.000).- Ecuador: 960.000 indígenas (2´000.000).- Perú: 3´711.140 indígenas (6´147.000).- Bolivia: 1´890.000 indígenas (3´500.000).- Paraguay: 142.519 indígenas (1´000.000).- Chile: 101.118 indígenas (4´287.445).- Argentina: 38.425 indígenas (12´000.000); y en Uruguay se han extinguido los indígenas (1´903.083). A estos datos, Rosenblat hace el comentario que la población indígena tiende a disminuir, sobre todo por el mestizaje y la aculturación: “Los indios son cada vez menos indios, y son cada vez más mestizos” (p. 120). La desindianización es un proceso que no lo detiene nadie.
Los antropólogos y los sociólogos tienen aquí una pauta para entender los comportamientos sociales de estos grupos que Rosenblat los define como desindianizados, que quiere decir que abandonan su cultura, sus lenguas, sus vestimentas, sus ritos, su música. Quieren ser blancos hasta en los modos del arribismo económico y político, pero se quedan en un mestizaje que los desvincula de quienes por otro lado luchan por ser los referentes y conservadores de herencias heroicas de defensa de su identidad. Si la educación intraétnica no les pone al tanto de su propia historia y sus valores, la próxima realidad será un tejido social en donde dejando de reconocerse a sí mismos, postulen lo que ahora podemos aseverar que es una incertidumbre. Rosenblat cree que la colonia exterminó al indio rebelde, y solo se quedaron los “pacificados” que son los aculturados alienados. (O)