UNA MUJER EN VEZ DE PUTIN / Mario Fernando Barona
Y si en vez de Putín hubiese sido presidenta de Rusia una mujer, ¿esta habría invadido Ucrania?
Salvo contadísimas excepciones, siempre el mundo ha estado liderado por hombres. Ellos en los diferentes momentos y niveles de convivencia y jerarquía social (desde la conducción del modesto hogar hasta la de un país o imperio) fueron quienes tomaron las decisiones que enrumbaron nuestra historia, historia que huelga decir, ha sido prolífica en violencia, destrucción y muerte.
No obstante, recién en los últimos años ese liderazgo político abrumadoramente masculino ha ido cediendo a una cada vez más notoria presencia femenina en el orbe, de hecho hoy, de los 193 Estados miembros de la ONU, 20 son liderados por mujeres, y casualmente varias de esas mujeres recibieron los mejores elogios por su extraordinario manejo estratégico durante la pandemia en sus países. Estas presidentas y primeras ministras enfrentaron con todo su ingenio al COVID-19 para proteger a su población, destacando en ellas virtudes como liderazgo, firmeza, elocuencia y empatía por los más vulnerables.
Pero hay más. Según el último Mapa de las Mujeres en el Poder de la Unión Interparlamentaria y ONU mujeres, los portafolios de las mujeres en puestos políticos alrededor del planeta son, en orden de prioridades, los siguientes: 1) Familia, niños, jóvenes, adultos mayores y discapacitados; 2) Problemas sociales; 3) Medio ambiente, recursos naturales, energía; 4) Trabajo y educación; 5) Igualdad de género y cuestiones de mujeres. Es decir que la mujer en cualquier rol que desempeñe (desde ama de casa hasta presidenta de una nación) siempre va a cuidar y velar en primer lugar por la familia y la persona humana sin olvidar su esencia de mujer, de sostén y de piedra angular en el núcleo familiar y social; en definitiva, bajo ninguna circunstancia, y más aún como líder política, la mujer se privará del sublime acto de brindar amor.
Supongo que estos contundentes hechos responderán a la pregunta inicial, la cual debería ampliarse a cada uno de los acontecimientos de la historia universal que provocaron devastadoras consecuencias a manos del sexo fuerte. Por lo tanto, cabría entonces cuestionarnos si el liderazgo masculino ha fracasado ruidosa e incesantemente. Tal vez. Lo cierto es que a pesar del poco tiempo transcurrido y sus escasísimos ejemplos de liderazgo femenino en la política mundial, creo que es justo anunciar quién debiera conducir nuestros destinos en el futuro inmediato: alguien con disciplina, sensibilidad y buen juicio, tal como lo haría una madre con sus hijos.
Mis respetos a la mujer en su día.