LA INVASIÓN A UCRANIA Y EL CISMA RELIGIOSO ORTODOXO / Ing. Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión

La invasión a Ucrania tiene varias aristas, pues junto a lo militar está lo económico, lo político, lo mediático, pero también está la afectación en el ámbito religioso en un pueblo ecléctico y muy creyente desde hace siglos, particularmente en lo que al cristianismo ortodoxo se refiere.

Esta profesión de fe se remonta a los inicios mismos del cristianismo, aunque emerge a raíz del gran cisma del año 1.054 cuando se rompe la unidad de la Iglesia Romana para dividirse entre la Iglesia católica en Occidente y la Iglesia ortodoxa en Oriente.

Cuenta con alrededor de 300 millones de fieles en todo mundo y, su jerarquía a diferencia de la romana católica no cuenta con una cabeza única, sino que está en manos de los Patriarcas y Metropolitanos de las diferentes regiones, tratándose entre sí como iguales, aunque el Patriarca de Constantinopla (Estambul) mantiene el título simbólico de “ecuménico” que lo convierte en el líder formal honorario.

En tiempos recientes, en el 2014 a raíz de que Rusia se anexa la península de Crimea, los líderes cristianos ucranianos pidieron independizarse religiosamente del patriarcado de Moscú, lo cual se concreta en 2019 con el aval de Constantinopla y el rechazo moscovita.

Hoy ante la invasión a sus tierras, el Patriarca de Kiev llama a defender la patria ante el Anticristo Putin, mientras el Patriarca de Moscú apoya las acciones del presidente ruso.

Según señala el historiador especialista en estos temas, Jean Meyer, hay una historia larga detrás de la actual discrepancia, pues en el siglo XV cuando se produce la caída de Constantinopla en manos de los turcos otomanos y que también daría fin al imperio Romano de Oriente; la Iglesia moscovita logra transformarse en patriarcado el cual desde sus inicios se mantendrá muy unida al poder político del imperio ruso al punto de cogobernar con él.

Desde entonces, la intención de la jerarquía religiosa rusa ha sido desbancar el liderazgo de el patriarcado de Constantinopla, en medio de una realidad geopolítica en la que Ucrania nunca fue Rusia en sí, sino una colonia que fuera incorporada a la URRSS de Stalin en 1945.

Esto explica por qué el Patriarca de Constantinopla también ha condenado en los términos más duros la invasión a Ucrania; pues entre otras cosas teme que el “sueño” ruso de hacer de ese patriarcado una suerte de Vaticano, se convierta en realidad; cosa que nunca ha existido en la Iglesia cristiana ortodoxa.

Es así como Wladimir Putin y Kirill (Cirilo I) Patriarca de Moscú, comparten intereses comunes, pues al final de cuentas el patriarcado con mayor número de fieles y poderío económico en el mundo es precisamente el moscovita; desde el cual bien podría dirigirse al resto de iglesias ortodoxas.

Esta posibilidad se ve ahora fortalecida con la invasión a Ucrania, en circunstancias en que también la jerarquía clerical rusa tiene rota la comunión con su similar de Constantinopla desde 2019.

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