SERIE LOS VALORES HUMANOS: LA CORTESÍA / Ing. Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión

En esta ocasión hemos querido hablar de uno de los valores humanos más importantes para la convivencia social y con nuestro entorno natural, se trata de la cortesía.

Es una expresión de generosidad y consideración a los demás, de ahí que no sea cuestión sólo de aparentar ser cortés, sino de serlo realmente. Toda buena relación, pasa por un comportamiento amable.

La cortesía se expresa en las buenas costumbres y actitudes no egoístas que nos llevan a pensar primero en los demás que en uno mismo. Es tener la humidad y convicción de saber respetar a quienes están junto a nosotros, a nuestros padres e hijos, a los conocidos y también a los desconocidos.

Además, cabe recordar que este valor humano ha de aplicarse no sólo a nuestros congéneres, sino también a los otros reinos de la naturaleza.

Por ello, debemos ser corteses con los minerales tanto aquellos que se encuentran en estado puro como los que conforman las estructuras de nuestros muebles, viviendas, decoración de ciudades etc. No cabe por tanto sobre utilizarlos, ni romperlos y moverlos innecesariamente de manera brusca. Mantenerlos limpios y cuidados, para que se muestren bellos en el entorno.

También guardar la debida cortesía con los vegetales y seguir las recomendaciones del gran filósofo Jorge Ángel Livraga cuando nos dice que: “estos bellos exponentes de la vida merecen todo nuestro respeto y protección. Gracias a ellos respiramos y gracias a ellos prendió el fuego de los cielos en la tierra.” De ellos, nos alimentamos.

Más adelante nos insistirá en que desde la más tierna infancia hay que enseñar a los niños y niñas que un árbol, arbusto o hierba son seres vivos, y que romper una rama ‘porque sí’, es cruel y que las plantas, son sensibles a nuestra presencia y aun a nuestros pensamientos y, especialmente, emociones.

Nuestra actitud hacia el mundo vegetal debe ser cuidadosa, evitando romperlos sin necesidad, aprendiendo a movernos entre ellos teniendo presente la armonía propia de la naturaleza. Sentir su olor y perfume nos restaura incluso la salud. Un árbol representa a la vez paz y fortaleza; en sus ramas de madera duermen las aves al impulso del viento; a su sombra componen los músicos, los poetas y, también sueñan los enamorados.

En cuanto al reino animal, pues nos corresponde ser corteses y generosos. Ellos perciben nuestros estados de ánimo, así como el cariño que les profesamos, pero también sienten cualquier agresión.

Poner en práctica este valor humano con los animales, significa no infringirles daño, heridas ni muerte innecesaria. Las especies doméstica, son nuestros amigos y compañeros, pero también nuestros aprendices y por tanto debemos enseñarles costumbres con mucho cariño, pero a su vez con firmeza.

Finalmente, hay una cortesía especial que se dirige a lo sagrado: a quien llamamos Dios, más allá de cualquier profesión de fe. Hay que recordar siempre que estamos ante lo Supremo y, por ello merece lo mejor de cada uno.

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