UN SER VIVO LLAMADO TIERRA / Ing. Patricio Chambers M.
Este 22 de abril se celebró un año más el Día Internacional de la Madre Tierra y con ello cabe recordar una vez más lo indispensable que es el cuidado del planeta para la subsistencia de la especie humana y fundamentalmente tomar conciencia de que habitamos en un planeta vivo.
Siendo así, ¿qué nos llevaría a afirmar que se trata un ser vivo en sí mismo y no sólo un cuerpo celeste en el cual se desarrolla la vida humana y la de los otros reinos de la naturaleza.?
Previo a intentar responder esta pregunta, cabe mencionar un par de datos útiles para entender mejor sobre el tema a desarrollar.
La Tierra tiene una forma esférica casi perfecta, pues si bien existe un achatamiento en sus polos, dicha deformación es tan mínima que su esfericidad es mayor a la de una bola de billar. Su diámetro es de 12’756.274 Km.
Nosotros junto a una gran diversidad de seres habitamos en la llamada “biósfera” en la cual se encuentran todos los ecosistemas, los cuales la litósfera (rocas), la hidrósfera (agua), y la atmósfera (aire), ubicados en la corteza superficial del globo terráqueo.
La biósfera tiene un espesor aproximado de 20 km. medido desde las profundidades oceánicas, mares continentales, áreas costeras, hasta las elevaciones terrestres y gran parte de la atmósfera.
Es decir que nuestra existencia se desarrolla en un segmento que corresponde al 0,00015% del diámetro planetario, pues la esfera terrestre es inmensa y según la filosofía clásica es el cuerpo físico de un Ser vivo.
Pero ¿qué llevó a los sabios de la antigüedad a afirmar tal cosa?, pues entre otras, la evidencia de que la naturaleza guarda en sí plena armonía entre todos sus elementos, una sintonía que nos lleva a la idea de que, detrás de ese orden (no humano) existe una inteligencia.
Esos elementos con los cuales están hechas todas las cosas, no son algo inerte pues se mantienen en permanente movimiento tanto a nivel macro como micro. Lo que ocurre es que nuestros ojos físicos no alcanzan a percibir realidades subatómicas y por ello las hemos catalogado como inertes, pero igual están en movimiento y en continua evolución.
Cabría preguntarnos entonces ¿de dónde viene esa inteligencia y esa vida.? Pues, como toda inteligencia provendrá de un Ser, que por una parte hace posible que exista un orden natural y por otra, otorga vida a cada uno de sus componentes.
Por esta razón en las grandes culturas y civilizaciones de la antigüedad se enseñó que nuestro planeta es un Ser Vivo y que siendo parte del sistema solar lo es también de un complejo organismo, que escapa en mucho al entendimiento humano.
De ahí que esta gran casa no nos pertenezca, sino que pertenecemos a ella, por lo que tal como lo señala Jorge A. Livraga, es indispensable volvernos a sentir parte de la naturaleza, ni su dueño ni su esclavo sino parte de ella.