La historia por venir / Luis Fernando Torres

Columnistas, Opinión

El conocimiento del pasado es útil para no extraviarse. En la historia del ayer se encuentran experiencias aplicables al presente. Es que la historia siempre se repite. Antes de la era cristiana, los senadores, cónsules y generales romanos seguían pautas de comportamiento que, actualmente, también se observan en las élites políticas y militares. Por ello, con sobrada razón dicen los devotos de la historia pasada que se juzga mejor a las democracias y dictaduras del siglo XXI después de una lectura atenta de la rica historia política de Roma.

José Ortega y Gasset, preocupado por la unidad de España, afirmó, en 1922, en su “España Invertebrada”, que el mayor valor de los ibéricos no era la historia pasada sino la historia por venir, esto es, el futuro, bajo la premisa que los pueblos viven de las aspiraciones. Para mantenerlos unidos, decía, era preciso tener siempre ante sus ojos un proyecto sugestivo de vida en común, que despierte los instintos vitales de las grandes masas humanas.

El célebre filósofo español no cuestiona la importancia del pasado. Simplemente, señala que los pueblos requieren de proyectos de futuro para mantenerse unidos. Cuando tales proyectos faltan, las divisiones internas erosionan la vida en común y la idea de nación pierde sentido.

¿Cuál es la historia por venir en el Ecuador?

La pregunta no tiene respuestas rápidas y fáciles por la  ausencia de un sólido proyecto común entre los ecuatorianos. El país tiene una rica historia de episodios memorables, así como de episodios dolorosos. No importa. Lo que cuenta es que tiene un pasado para enorgullecer a la gente, a veces para avergonzarla, pero siempre para recordarlo.

Lo que le falta al Ecuador es la historia por venir con un proyecto común que alinee voluntades, sueños y esfuerzos. Después de la invasión peruana en el mandato de Arroyo del Río y de las guerras en las presidencias de Roldós y Sixto, estaba claro el proyecto común de los ecuatorianos. La defensa de la integridad territorial era el punto de convergencia.

La seguridad se está convirtiendo, últimamente, en uno de los elementos vertebradores del proyecto común ecuatoriano. Tal es la inseguridad, a la que está expuesta la gente, que la bandera de la seguridad sería la que una al país y le guíe hacia lo futuro.

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