Año de incertidumbre / Fabricio Dávila Espinoza

Columnistas, Opinión

El 24 de mayo de 2021, con la pandemia en apogeo, un sistema de salud insuficiente y denuncias o sospechas de corrupción por todos lados, Guillermo Lasso recibió la banda presidencial, para portarla hasta el 2025.

El cambio hacia una nueva forma de administración, después del correísmo, no inició con pie derecho. Diez días antes de la toma de juramento del Sr. Lasso, se desintegró la alianza que lo llevó al poder. El Partido Social Cristiano rompió relaciones con el movimiento oficialista, acusando al presidente, aún no posesionado, de irrespetar un acuerdo, para nombrar a las autoridades de la Asamblea Nacional. Paradójicamente, el pacto que no prosperó, incluía al movimiento Unión por la Esperanza, del expresidente antagonista, Rafael Correa, ahora refugiado de forma oficial en Bélgica. 

Escasamente iniciada la gestión del Ejecutivo, los Pandora Papers acarrearon sospechas sobre la idoneidad del presidente y en adelante, uno de los mayores obstáculos, ha sido gobernar con el Legislativo en contra. Hecho que suena contradictorio, dado que los legisladores gobiernistas votaron para elegir a las autoridades de la casa legislativa. Evidentemente, la estrategia para escoger a los aliados políticos fue desafortunada. Este error se refleja en el rechazo a las iniciativas presentadas a la Asamblea. La única ley inscrita en el Registro Oficial entró por la ventana y a la fuerza, es decir, a través del Ministerio de la Ley, cuando los legisladores no lograron ponerse de acuerdo. 

La crisis política y el bloqueo de la Asamblea no es el único problema sin resolver. En las calles se vive un aumento inédito del crimen, la violencia y la inseguridad; las cárceles son recintos de terror, donde el Estado no tiene control; los hospitales carecen de medicinas e insumos; el desempleo crece cada día; cientos de miles de estudiantes no tienen cabida para iniciar su carrera universitaria y muchos centros educativos están en condiciones paupérrimas para iniciar el año escolar en la Costa. 

La complejidad para que el gobierno desarrolle su proyecto de país es inmensa y frente a la crisis de liderazgo y gobernabilidad que tiene múltiples aristas, su reacción es lenta, débil y descontextualizada. Hay incertidumbre, aunque se anuncia que a partir del segundo año se atenderá la deuda social. Las primeras acciones para cumplir esta oferta, nos permitirán saber, definitivamente, si el gobierno está a la altura de las circunstancias para lo que resta de su mandato.



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