Terrorismo de regreso / Rodrigo Fabricio Dávila Espinoza
El terrorismo, como una secuencia de actos violentos y planificados con el fin de crear miedo, impresionar a la población e influir en los poderes políticos, surgió en la Revolución Francesa, entre los años 1791 a 1794, pero, no adquirió connotación global, hasta el atentado del 11 de septiembre de 2001. Desde aquel día ningún lugar está exento de ataques deliberados.
Las organizaciones terroristas han materializado sus objetivos nefastos en muchos países: Al Qaeda, Boko Haram, ETA, Yihad Islámica, Al Shabaab, ISIS, Sendero Luminoso, las FARC y varias formaciones que continúan vigentes. Otras, pasaron dejando daños irreparables.
El Ecuador, durante la llamada “tercera oleada terrorista de la nueva izquierda”, es decir, entre las décadas de 1960 y 1980, experimentó el sobresalto implantado por la organización político-militar Alfaro Vive Carajo (AVC), cuya aparición pública se produjo en 1983, bajo el liderazgo de Ricardo Jarrín, con el robo de las espadas de Eloy Alfaro y Pedro Montero, del Museo Municipal de Guayaquil.
En adelante, los beligerantes desataron una serie de sucesos violentos, en los que se cuenta asaltos, robos, secuestros, colocación de explosivos, asesinatos de policías, irrupciones en emisoras, toma de instalaciones de la prensa escrita, colocación de bombas panfletarias, secuestro a periodistas, enfrentamientos armados, entre otros. Según su propio criterio, esto se justificaba por los objetivos que anhelaban alcanzar: democracia visible en la cotidianidad, justicia social, igualdad de clases, economía al servicio del pueblo, soberanía nacional y la construcción de la patria grande americana, siguiendo el sueño de Simón Bolívar. Cabe señalar, que no hay objetivo que justifique la lucha armada.
Esta organización subversiva empezó su ocaso en 1986, tras la muerte de sus cabecillas y finalmente, fue derrotada en 1988. La victoria del Estado permitió que el Ecuador, a diferencia de los países cercanos, viva en un ambiente de paz relativa. Sin embargo, la sombra del terror está en fases de reactivación, a causa del narcotráfico y otros negocios ilícitos. En enero de 2018, en la provincia de Esmeraldas estalló un comando de la policía y esta semana, volaron dos coches-bomba, aunque en esta jurisdicción hay toque de queda.
La población ecuatoriana es pacifista y difícilmente apoya acciones extremistas. En la conciencia ciudadana existe rechazo al crimen organizado. Es el momento del despertar ciudadano, del repudio público de la violencia y de exigir al gobierno una respuesta firme e inmediata. Estamos a tiempo, para mañana, será tarde.