Revueltas indígenas y mestizas. 2022 / Pedro Reino
Todavía funcionamos con mentalidad colonial. En lugar de plantear las protestas contra la desigualdad como reivindicaciones en donde el Estado tiene el carácter y el esquema del opresor (El Rey con un presidente en el poder); los oprimidos afectados por todas las disposiciones económicas en beneficio de las élites, responden por separado desde el punto de vista étnico. Las protestas son por separado de indígenas, a las cuales no quieren sumarse los mestizos porque es una convocatoria que hacen “ellos”, porque han demostrado que tienen sus propios intereses dentro de sus esquemas de micropoder o de poder compartido en los repartos del Estado. El planteamiento, como respuesta al “mal gobierno” (concepto colonial) debe ser la “protesta social” inclusiva para todos los afectados en agricultura, en salud, en la transportación, en la educación, en la seguridad, en el empleo, en la cultura, en la burocracia, en la justicia, en los desafueros de la comunicación, en la comercialización, en asuntos de la deuda externa, etc mecanismos del sistema que cobija la “democracia” y la palabra “pueblo”.
En vez de hablar de la protesta social caemos nuevamente en ver qué pasa con la “protesta y paro indígena”. Es decir, vamos a ver qué pasa en el “desfile”, en las “marchas” (militares), en los “levantamientos” (de los acostados por dormidos o por muertos). El mestizo (que incluye a los actuales indígenas consanguíneos camuflados) toma distancia étnica y se aparta de la protesta porque se siente “de otra casta” y se arrima al “blanco” que se pone del lado del Estado, cuando aflora el racismo en las protestas.
“En una situación como la de América Latina (colonial), los límites étnicos y los límites sociales nunca pueden tomarse como categorías contrapuestas, sino como sistemas de representación mutuamente significativos,” (Juan Carlos Caravaglia y J. Marchena, América Latina de los orígenes a la independencia, p. 354). Hay que entender que, con la depauperación de los blancos y mestizos coloniales, la “raza” (india y negra) dejó de ser el único foco de la explotación. En este libro que apunto, se comenta que los mestizos realizaban ocupaciones o empleos que más se parecían a los de los blancos, sobre todo de comercio, razón por la cual, entiendo yo, que les interesa mantener la ganancia con un esquema de explotación a quien quede bajo su control, que mayoritariamente era y es “el indio”. No les importa que ese “otro”, que es el Estado, sea más depredador. La zorra que tiene su presa no presta oídos al león que gobierna la selva y que ruge a la distancia. No ven más allá de sus narices que son sus micro mundos.
Si nos respaldamos en el repaso de la historia y, con la distancia del caso, miramos cómo fueron sofocados los movimientos de insurgencia indígena por los años 1780, tenemos a la vista que se forjaron luchas internas entre las dinastías indígenas que lograron ciertos privilegios. Ciertos caciques o curacas embebidos de su “poder” y hasta reclutadores de sus comunidades de sus propios hermanos de “raza”, para el mitayaje, y convertidos en burócratas facilitadores y cobradores de tributos, se volvieron rivales con otros caciques. Para alimentar estas pugnas internas entre ellos, las “justicias”, o sea los burócratas calculadores blancos, dieron reconocimientos mentirosos de supuestos linajes a caciques arribistas que litigaban “legalidades” dinásticas. Esto quiere decir que, ponerse del lado del poder ya fue una práctica colonial ente ellos, que inclusive integraron milicias de bandos que defendían al régimen colonial. (Más de estos datos pueden leer en el capítulo “Mestizos y mulatos en la sociedad colonial, p. 353 y sigts. Del libro citado). Podemos volver sobre la batalla de Iñaquito donde hicieron enfrentar a indios atahualpistas con los huascaristas, bajo banderas de gonzalistas y realistas.
Pero para que se entienda este fenómeno en nuestro entorno inmediato, léase mi publicación Indios Mitayos en Hambato Colonial (2020). La práctica de comprar conciencias no es nueva. La experiencia actual la tenemos a la vista con los movimientos indígenas en el poder legislativo; y los “reconocimientos” por parte del Ejecutivo, se dan en esta hacienda grande, que merece ser más inclusiva.