Caranqui y El Señor del Amor / Luis Alfredo Silva Zambrano
En la ciudad de Caranqui, cabecera de la parroquia urbana del cantón lbarra, en La Provincia de lmbabura, ubicada al sureste de lbarra,» La ciudad a la que siempre se vuelve»; se rinde culto a su patrono, «El Señor del Amor».
La fiesta que es una gran demostración de fe, a la que acuden centenares de feligreses, entre los meses de abril y mayo, demuestran la devoción que siente el pueblo y los visitantes de varias comunidades, al «Señor del Amor».
Para ir a Caranqui, se parte de la ciudad de lbarra, en dirección sur, por la avenida Atahualpa, la que permite, mediante una recta impresionante, de dos kilómetros, llegar a Caranqui; pueblo apacible pero carismático.
El centro de la urbe, muestra un colorido parque, para descansar; arboleda, que da sombra; plantas ornamentales, para admirar; todo rodeado de tradicionales casas, de uno y dos pisos, pintadas de varios v atractivos colores.
En uno de los lugares del precioso pueblo, se levanta El Museo de Atahualpa, bordeado de palmeras andinas, escalinatas y el monumento a Atahualpa: algunos investigadores, manifiestan, que en Caranqui, nació Atahualpa.
Cuenta una leyenda, que paso de generación, en generación, que hace varios siglos, que de una de las acémilas que transportaban varias cajas, que al caer una de ellas, se rompió y en el interior fue encontrada, una escultura de Cristo, que al ver el pueblo la ternura de la imagen, la denomino, «El Señor del Amor».
La iglesia, donde se rinde culto al «Señor del Amor», es una tradicional construcción religiosa, edificada con piedras, como se observa en la escalinata, pretil y fachada; esta presenta dos columnas adosadas, con bases y capiteles, muy engalanados, que sostienen un adorno triangular, culminado con una cruz.
Dos torres gemelas, completan la iglesia, ubicadas a los dos lados, cuentan con tres plantas, con alargadas ventanas, de forma de arco de medio punto, con adornos en cada planta, terminan agudamente, que muestran un cierto estilo gótico.
La gran fiesta, en honor de «El Señor del Amor», que se realiza en varios días, es similar a las que se efectúan en los pueblos andinos; bandas de pueblo, que amenizan con alegres melodías, todos los días; fuegos pirotécnicos, que iluminan el cielo y «castillos» elaborados con carrizos y polvora, que al prenderlos , forman varias figuras y movimientos muy atractivos y asombrosos; no faltan los voladores sonoros y los globos de papel, inflados con aire caliente, que en la noche se confunden con las estrellas.