Una india “gatera” en Pasa Chiquito. 1806 / Pedro Reino Garcés
Creo que nos parecerá un tanto extraño para la época actual el hecho de que Pasa Chiquito, ahora parroquia San Fernando, haya tenido su feria semanal, según testimonio del documento, ya por 1806, lo que quiere decir que la tradición comercializadora debe remontarse hacia los 1700. Esto evidencia que este repliegue andino habría pasado de ser un centro de importancia con mercadeo, a una de las zonas donde el índice de pobreza llegaba a sus más altos niveles en el ámbito de la provincia de Tungurahua hasta finales del siglo XX. El sometimiento extremo a los indígenas del sector puede leerse en lo pertinente, en mi libro: Indios Mitayos de Hambato Colonial (2020).
Según la investigación que aparece en el libro: América Latina de los Orígenes a la Independencia, de autoría de Juan Carlos Caravaglia y Juan Marchena, (Barcelona 2005), en la página 117 se explica la procedencia de la palabra “gatera” que se aplicaba en el mundo andino de Suramérica a quienes, desde su condición de mujeres, practicaban actividad comercial en los mercados populares de las nacientes urbes, a donde básicamente concurrían indígenas con sus productos alimenticios y artesanales.
“… estos mercados urbanos terminaron por ser el nervio y la plaza de los intercambios. Mercados urbanos que se desarrollaron ampliamente durante este período (siglo XVIII en su segunda mitad). La mayor parte eran semanales, y acudir a ellos tenía, además de una función económica, un contenido ceremonial y social. No solamente podríamos encontrar en la cancha (plaza principal del pueblo) o en el khatu (mercado indígena, también conocido como “gato”, de ahí el nombre de “gateras” asignadas a las vendedoras) los productos de las grandes haciendas, sino que llevando su producción a cuestas, o en sus propios animales, también los campesinos o los comuneros o los mestizos y mestizas de los pueblos aportaban sus mercaderías para la venta o el intercambio… Estas ferias semanales en las ciudades y pueblos de los Andes constituyeron el nudo donde se vinculaban las economías campesinas y las economías de mercado… las “gateras”, las doñas merchantas o las mestizas vendedoras llegaron a actuar con dureza y contundencia contra los campesinos que querían vender sus propios productos. A veces se situaban en las puertas de las ciudades, o en los cruces de los caminos que conducían hacia ellas, para ofrecer determinada cantidad por lo que trajeran: si aceptaban, allí mismo se cerraba el trato, aunque el precio era muy bajo; y si no, no tendrían modo de vender en la ciudad, porque algunos indios con palos y piedras al servicio de estas “gateras” se lo impedirían”.
El autor señala que pleitos de esta naturaleza abundan en los archivos. Este método bajo el nombre de “arranchadoras” todavía pervive en nuestro medio y constituye un esquema de atropello al indígena y al campesino, en nuestro medio, que no ha podido someterse a control. El testimonio del expediente colonial consta como “Pelea por huevos en Pasa Chiquito. 1806” donde tenemos un vivo testimonio de lo que aquí se comenta.
Buscando razones para que San Fernando (de Pasa) haya tenido una feria ancestral, en los enclaves de las cabeceras del río Ambato, las encontramos en lo que estos autores nos dicen que las haciendas propiciaron necesidades de mercadeo. Hay que dejar constancia que son necesarias las relecturas de la historia de las haciendas “infinitas” de Pacobamba y Calamaca, de LLangahua y todos los páramos que aglutinaron a los indígenas y los sometieron a su servicio. Sistematizar lo que he publicado en entregas periodísticas dará un resultado de comprensión a esta sociedad que no se enrumba con autoridades que demuestren algún interés por su propia historia. He hecho donaciones de mis libros referentes a Pasa y a San Fernando, así como al Gobierno Provincial. ¿Dónde los habrán arrumado? Estamos muy lejos de que nuestras autoridades conozcan a los pueblos a quienes dicen representar.