!La enemistad! / Mirian Delgado Palma
A menudo sentimos que la naturaleza humana contradice el Mandato Divino, que dice: “Os doy un mandamiento nuevo: Amaos unos a otros; como yo os he amado, así también amaos los unos a los otros. Vuestro amor mutuo será el distintivo por el que todo el mundo os reconocerá como discípulos míos” (Juan 13:34-35).
Realmente este sagrado mandamiento si floreciese en el corazón de los hombres, nos daría paz y felicidad al mundo; gozaríamos de una vida plena de amor, bondad, de solidaridad y comprensión. ¿Hemos pensado en algún momento, honrar este mandamiento? Penosamente el corazón del ser humano -no en todos- se transforma en una vertiente que emana maldad, odio, envidia, rencor, venganza y demás males, que atraen la enemistad de sus semejantes, cuando son lastimados por diferentes motivos.
La enemistad, no es otra cosa que un estado de relación de aversión, odio u oposición entre dos o más personas, es decir se relaciona con la expresión de “enemigo”, provocada por la fricción de comentarios y epítetos ofensivos en contra de los individuos. Este estado de ánimo que rompe una amigable relación entre las personas acaba con la noble practica del verdadero sentido de amistad.
La amistad es la reciprocidad de afectos; la enemistad es el rechazo de estos. Se suele decir que la amistad es “ser hermanos”, ser dos almas que se tocan sin confundirse. La amistad supone igualad de sentimientos, igualdad de percepciones para distinguir el bien y el mal, igualdad de moral y ética.
La enemistad se convierte en un enemigo declarado en su lucha infatigable de encontrar en su contrario errores o faltas reales o artificiosas para causar daño, dolor y desprestigio. Estas provocaciones verbales, de intimidación, antipatía, calumnias, envidia; y en el peor de los casos agresiones físicas hablan de conductas abominables, incivilizadas. Claramente se advierte la intolerancia e irrespeto y repudio hacia la otra persona.
La dignidad y el honor son condiciones esenciales para cultivar el amor como expresión Divina. Es la práctica permanente de trabajar para el bien en busca de un acuerdo común, de luchar por los mimos objetivos y metas, de lograr el bienestar de todos/as, de ser fieles con los preceptos familiares, institucionales, locales, nacionales y universales.
El amor es una corriente espiritual que brota de la ternura del alma, es la esencia Divina que se refleja en la materia, ennobleciéndola y dignificándola a través de los sentidos. Pero la impudicia del rencor deviene de las tentaciones mundanas y lo expresan según la manera como lo sientan en su corazón. El odio es el peor enemigo del hombre que arrastra enemistad
La contraposición del amor es el odio, éste es el reverso de aquel, pero estas dos manifestaciones brotan del fondo de los corazones que son los espejos del alma a través del que se mira los verdaderos sentimientos que afloran en el humano.