La poesía de Gabriel Monge. 1976 / Pedro Reino Garcés
Son 250 páginas de poesía de estructura clásica que se han publicado en dos tomos, en Quito, en 1976, bajo la autoría de Gabriel Monge. En los ámbitos educativos y en el imaginario de los habitantes de la parroquia Río Negro del cantón Baños de Agua Santa, el nombre de don Gabriel Monge (que hasta consta como nombre de una cooperativa de camionetas de servicio público de ese lugar) está como designativo de su unidad educativa: escuela y colegio. Quienes lo conocieron en vida dicen que tenía un tanto de mal carácter; pero lo que han perdido es su rastro cultural.
Leyendo estos textos, en la contra solapa del primer tomo aparece una apreciación, nada menos que de Carlos Manuel Arízaga, el escritor azogueño (Secretario de la U. Central). Veamos lo que dice: “Una costumbre ocupada de trigos para la alcurnia de la mansedumbre en plenitud testifica el tránsito terrestre de Gabriel Monge. Hombre de esta latitud, poeta en el tiempo y en el espacio, sensibilidad movida por el grano en tiempo de cosecha de la palabra poética, Gabriel Monge, a través de su Tentativa Fugaz nos sitúa arriba, bien lejos de la mediocridad rebuscadora de gritos destemplados y consignas partidistas, para, en una actitud de cordero fiel a su rebaño poético, convidarnos el pan espiritual de sus introspecciones.
Este es su primer poemario que nace a la luz de la crítica. Modesto y humilde en su estructura editorial, precisamente porque entre la resurrección de todos los días, que en esencia es la poesía, el artificio de la ampulosidad crea el vacío fúnebre donde la fatuidad y snobismo es la respuesta.
Al poeta, lo que es del poeta, para Gabriel Monge, en la aventura con jilgueros que es escribir poesía, la sinceridad de estas palabras agarrándose a su pulso de hombre de árbol y de poeta.- Carlos Manuel Arízaga”.
Por la década de 1950, comentan escritores bañunos como León Vieira, que lo veían sentado en la cafetería Flor de Oriente, en Baños, ensimismado y solitario, seguramente tomando café después de haber disfrutado de las energías de las aguas termales entre sus salidas de su hacienda en Río Negro, metida en un espectacular mirador de la selva, a orillas del Pastaza. Meditaba en lo que pone como primeros versos: “TENTATIVA FUGAZ/ Si sueltos van estos versos/ ¿qué rivera encontrarán?/ ¿Correrán como los cierzos/ sin rumbo sobre el mar?/ Si del oleaje a las nieves/ es tormentoso llegar,/ expuestos a cuántas redes /¿qué sabor percibirán?.
Gabriel Monge es un poeta desconocido que escribía bajo el austero fundamento de la poesía clásica. Tiene sonetos magistrales y una temática variada pero vinculada a la vida rural, la naturaleza y los personajes de su tiempo. Según me cuenta Da. Cecilia Proaño de Amancha (radicada en Río Negro), a Don Gabriel le gustaba que ella niña le leyera sus creaciones con tono declamatorio. Entiendo que le inclinó el amor a la lectura, lo que lo demuestra hasta ahora. Aunque ella también le recuerda por su genio difícil.
Le dedicó un poema a Da. Carlota Jaramillo: “Feliz el vate que cantar pudo/ con su exquisita lira dorada,/ las dulcedumbres de la alborada/ que tu garganta lleva de escudo.- Feliz la luna que a sus luceros/ hizo que llenen en sus bolsillos, / las maravillas de tus pasillos/ que son cual trino de mil jilgueros… Feliz el alma que por ventura/ oye en tus labios los yaravíes, / que cual enjambre de colibríes/ cubren la estela de tus ternuras…”
Y ahora un soneto que, dando el inesperado desenlace, se inscribe como un clásico: “HACIA LA CUMBRE: Cumbre que alzas tu frente dilatada/ repleta de huracanes y confines, / con la trompa marfil de mis clarines/ hacia ti se dirige mi jornada.- Quiero palpar de cerca tus entrañas, /gozar del hielo de tus carnes duras, / y hundirme en tus soberbias aberturas/ con un ósculo azul de tus mañanas.- Beber de tu esplendor las voces claras/ y luego preguntarte con dulzura/ si podía rondar tus madrugadas.- Si podría esta débil miniatura/ pasarse en tus alturas colocada/ como un cero a la izquierda de tu albura.-