SERIE LOS VALORES HUMANOS: ACTITUD DE SERVICIO / Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión

Entre aquellos valores humanos que podríamos destacar por su condición de presentarse en los más variados ámbitos de la vida de la sociedad, está sin duda la actitud de servicio.

Quien posee actitud de servicio está siempre atento a colaborar con los demás y, busca constantemente el bienestar del resto, ideando maneras de ayudar a realizar lo que se necesita. Es una extraordinaria forma de amor hacia la humanidad, que se manifiesta en todos los planos y enaltece a quien lo expresa.

Es ayudar, pero no para recibir recompensas o agradecimientos, pues simplemente se busca hacer el bien sin pensar a quien. Es la cualidad humana base fundamental del altruismo, cuyo efecto final es la íntima satisfacción del deber cumplido y ayudar es el deber de todos.

El servicio cuando se lo practica de manera permanente nos conduce hacia un estilo de vida altamente positivo, en la cual se hacen las cosas sin espera de reconocimiento alguno. Es algo que está muy lejos de esa especie de estrategia para lograr rentabilidad o beneficios personales de cualquier tipo.

Ser servicial implica brindar ayuda a los otros de manera espontánea, sin importar el tamaño de la acción. Es ponerse a disposición de alguien conocido o no, en fin, ser útil para algo. El espíritu de entrega sin condiciones ni objeciones es una de las características que mejor definen a una buena persona.

Quien así actúa tiene vocación de servicio y se inclinan naturalmente a colaborar y ayudar. La actitud de servicio no encadena ni somete a nadie, porque el hacerlo pasa por una decisión individual previa. Al contrario, es una muestra de libertad.

Se puede servir a Dios, a la humanidad, a la naturaleza, a los demás seres que habitan esta tierra. Se lo puede hacer a la Patria de múltiples maneras, se lo hace a la familia y a la sociedad, que cuando se lo realiza de manera desinteresada siempre será un honor.

Servir a Dios y a lo sagrado implica hacerlo de corazón, demostrando amor y bondad a los demás y a todos los seres. Cuando servimos con el corazón, lo hacemos con alegría y sin descanso.

Servir a la humanidad es trabajar tesoneramente por construir un mundo no sólo nuevo sino mejor para todos, promoviendo el respeto por las diversas identidades y tradiciones, es fortalecer la unión viviendo el sentido de fraternidad universal, más allá de nuestras diferencias externas.

Para servir a la naturaleza y a los demás seres con quienes compartimos el espacio de la biósfera, es necesario ante todo recordar que somos parte de todo ello, ni sus dueños ni sus esclavos. Es cuidar el medio ambiente, proteger las fuentes de vida, es trabajar en armonía con ella.

A la Patria la servimos desde el lugar en que nos encontremos, sirviendo a los demás y no sirviéndonos de los demás. Hacerlo por el bien de la sociedad y ante nuestra familia, ser humildemente serviciales.

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