La enfermedad del poder / Mauricio Calle Naranjo
Todos en algún momento de sus vidas, se han encontrado con personajes que ostentan un cargo político y como coloquialmente se dice, “se le subió los humos a la cabeza”. Créanlo o no, las personas que momentáneamente tienen poder y reciben adulaciones de los lambones, sufren del denominado “síndrome de Hubris”. En mi opinión, definir este trastorno, confirmo que Shakespeare lo hace de una espléndida forma, definiendo a estos individuos en la siguiente oración: “Hombre prodigio de soberbia, investido de su fugaz autoridad, realiza proezas tan fantásticas a la vista de los altos cielos, que los ángeles lloran de pena”.
Este término proviene del griego que significa orgullo, presunción o arrogancia a un extremo desmedido. Por lo general, siempre los políticos adolecen de esta enfermedad, sin embargo, hay que resaltar que en el ámbito privado también suelen existir ciudadanos que debido a un ascenso, se emborrachan de poder. Una característica especial de los estadistas enfermos, es su experticia en cualquier ciencia, es decir, siempre poseen respuestas a todo, son los sabelotodo, lo cual se fomenta gracias a quienes lo rodean, porque pocas veces alguien se atreve a contradecir al megalómano al mando, quien indudablemente “al tener la razón en todo” (supuestamente), arremeterá contra aquel que se atreva a opinar diferente.
En Ecuador, la mayoría de gobernantes padecen del síndrome de Hubris. Lamentablemente, son las consecuencias que sufrirá el país, ya que una persona con un ego exagerado llega a tomar malas decisiones que afectan a la nación. También existe un séquito de asesores que rodean a los políticos, quienes “ayudan a que las autoridades se endiosen (Durán Barba y Nieto,2017)”. En varias oportunidades las propuestas que generan aquellos sujetos, carecen de diseño a fin de solucionar las problemáticas sociales, más bien las crean para satisfacer su ego, o en la actual época de campaña, lo único que pretenden por medio de obras improvisadas, es recibir zalamería que la traducen equivocadamente en posibles votos. “La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder (José de San Martín)”. (O)