El arte y la nueva normalidad / Pedro Reino Garcés
(Fragmento de la presentación del libro Narcóticos Amorónimos de Cistina Buenaño en Baños de Agua Santa, por sus festividades de cantonización: 8-12-22.)
Somos sobrevivientes de una pandemia con dos oleajes de muertes que en Tungurahua, según datos extrapublicables, llegamos a 500 infectados semanales con 50 muertos cada 8 días. Los encierros están dando sus frutos en el marco de lo que se dio en llamar “la nueva normalidad”. Los encierros nos hicieron encontrarnos con una espiritualidad perdida, con nuestra alma desprotegida, con nuestros vacíos que recibían los manotazos de la angustia por la sobrevivencia.
¿Cuál es el resultado ahora que al parecer estamos saliendo a respirar algo de alegría? Hay una proliferación de publicaciones hasta de quienes nunca pensaron ser poetas, novelistas, narradores, pintores, dramaturgos y artistas en general. Y es que recién nos dimos cuenta que en la vida hay que estar preparados para el arte, porque en los encierros entre la vida y la muerte, tocar una guitarra puede haber sido una buena terapia y un consuelo; o escribir sus memorias, un buen ejemplo para los sobrevivientes. Quienes estaban vacíos optaron por el suicidio, que unido a otros factores, en Tungurahua dio y da el índice más alto de la patria.
La pandemia nos cogió, como quien dice, con las manos vacías, que quiero que se entienda cuando digo con el alma y el corazón vacíos. En muchos caso ni siquiera con el hábito a la buena lectura. Un sondeo de consumo de libros en Ambato, es desesperante. Se cerró la por décadas emblemática Librería “Futuro” ubicada en el portal céntrico de la ciudad. La pandemia se llevó a los más asiduos lectores representantes de una generación de formación intelectual. Esto hay que contrastar con el hábito cultural climático de países con estaciones de invierno. Ahí los encierros se hacen con libros. ¿Con qué nos encerramos los habitantes de los trópicos?
¿Qué productos ha dado la pos pandemia? Claro, vivimos la cultura de la virtualidad que fue instalada desde la educación hasta el teletrabajo. Se fortalecieron las redes transnacionales y los disparates fueron reconocidos como triunfos, en muchos casos, hasta con diplomados internacionales que se han calificado como “óscares” que recibe el que menos, trascendiendo fronteras. Se espera que de este retoñar de la vida, surjan nuevas voces realmente trascendentes.
Volvamos al libro que me han pedido que lo presente. Una de las formas de hacerlo, y creo la más objetiva, es hablar de lo que se ha textualizado en forma y fondo. Pero también entra en juego el tipo de decodificador que haga su “lectura”, llamemos a su interpretación. Los libros se escriben pensando en lectores que van desde los ingenuos hasta los más críticos. Estamos en este evento que tiene el criterio de introductorio. El mejor provecho se sacará con la aceptación o limitación de la receptividad. Resulta a veces que un crítico o presentador tiene ribetes de publicista, que no es mi caso.
Este libro revelador es un producto de una descripción de nuestra sociedad y los comportamientos de la juventud desdoblada desde inicios del siglo XXI. Entender el estado moral de una sociedad, de un modo cándido, refleja que conviene hacer cambios en los modos de vivir y de actuar para no seguir siendo las reservas de virus contaminantes que todo lo contagian con la enfermedad que siempre se ha mantenido y que se llama corrupción. Fortalecer los apoyos a la formación espiritual y artística; dinamizar los espacios donde se sienta que el alma se expande más allá de la sensualidad, debe ser tarea política. Si no hemos aprendido de esta sobrevivencia a mejorar nuestro rumbo, estamos perdidos.
He leído y me ha tocado involucrarme desde la escucha con gente que escribe poesía sobre sus vacíos emocionales. Hay una fuerte tendencia a una búsqueda o relatoría de la sexualidad. Si hasta en nuestra vestimenta se ha derrumbado el erotismo de los trajes íntimos y la desnudez es una oferta pública, la literatura de este texto lo evidencia sin inconvenientes. Me abstengo de los ejemplos para que el lector juzgue lo que mi edad moral puede entrar en controversia. Si el libre ejercicio sexual es una forma de felicidad, no es nuevo, y si se lo dice en un compendio de amorónimos, hay mucho camino para comentar.