Romantizar al femicida. / Msc.Psc.Phd c. Miguel Guzmán
En el caso de Germán Cáceres que ya todos conocemos, la sociedad directa o indirectamente llega a romantizar al victimario, porque la narrativa el engranaje social, y conductual lo muestra como protagonistas de la historia, a veces como mesiánico. Se empatiza, se establecen emociones y sentimientos proyectivos, es decir se atribuyen sentimientos, deseos, pulsiones, cualidades, o necesidades reprimidas a otras personas a favor de un sujeto que planificó con alevosía, cizaña y maldad la muerte de su esposa.
La sociedad se centra en el asesino y no en las víctimas, por lo que la atención gira en torno a ellos, enfatizando su inocencia, racionalizando lo irracional, o verbalizando aspectos como “todos cometemos errores”, “pobrecito”, “fue el alcohol”, etc
Y así sucede con la mayoría de las narrativas a cerca de estos asesinos, nunca han sido centradas en las víctimas primarias y secundarias. Ésta es la principal razón por la que se romantiza a los asesinos, y femicidas y sucede con casi cualquier criminal, como narcotraficantes o defraudadores que prácticamente cada uno de ellos tiene su serie de televisión, o telenovelas.
Es una «histeria colectiva”, no es algo nuevo, pues los asesinos de esta estirpe se sitúan en relación a la personalidad antisocial, o psicopatía. Caracterizado por frecuentes conflictos con la sociedad, carece de lealtad e incumbencia para sus semejantes, ignora los códigos sociales, los valores y actúa en respuesta a sus propios deseos e impulsos. El castigo no lo conmueve y la experiencia prácticamente nada le enseña. No resiste la tentación, no tolera la frustración, y culpa a otros hábilmente cuando es aprendido, este pequeño dato se visualizará en el informe psicológico pericial.
A veces la sociedad se encuentra ante el indigno espejo que muestra subjetivamente lo que quieren ver, y no lo que en realidad es.