TOTALITARISMOS BUENOS
Mario Fernando Barona
Hay que reconocer los esfuerzos del presidente Guillermo Lasso al pretender cambiar tanta podredumbre política con unas cuantas decisiones ejecutivas y otras tantas derivadas de una consulta popular, pero como ya lo advertí en algún momento ninguna de ellas será suficiente porque desde hace 16 años el Ecuador sucumbió ruidosamente a la narco-política inoculando su veneno en la justicia, asamblea y en cada institución pública de forma despiadada.
El Ecuador está en terapia intensiva, el tóxico ha tenido el tiempo suficiente para esparcirse y necrosar todo a su paso; para evitar su muerte es preciso que el antídoto sea tanto o más fuerte que el mismo veneno, usando para el efecto dosis altas que al ser inyectadas directo a la vena quemen las entrañas.
El único antídoto eficaz contra el veneno de la narco-política es el ‘totalitarismo bueno’.
Y ciertamente no será la propuesta más democrática ni la más amigable, pero le recuerdo que si de verdad queremos salvar al Ecuador habrá que considerar el ejemplo positivo más cercano, el del presidente Nayib Bukele de El Salvador quien es un totalitarista en toda la extensión de la palabra al controlar todos los poderes del Estado, sobre todo justicia y congreso que sin chistar hacen lo que él ordena; sin embargo o a pesar de eso, a ojos de todo el mundo es innegable su extraordinaria gestión al hacer realidad el más caro anhelo de millones de salvadoreños: limpiar el país de delincuentes y guerrilleros urbanos.
Sí, lo impensable, lo increíble, lo imposible se dio en El Salvador, las mafias pandilleras que asolaron el país por cerca de medio siglo ahora están tras las rejas. El Salvador ya es una isla de paz, y esto se debe, se quiera o no reconocerlo, al hecho de que el presidente salvadoreño es un dictador totalitario. Como dictador totalitario también fue Rafael Correa quien no solo ostentó el poder en todas las funciones del Estado, sino que además lo proclamó sin empacho a los cuatro vientos. La diferencia radica en que el primero usa el totalitarismo para retirar de las calles a los delincuentes, mientras que Correa lo hizo para homenajearlos, hacerlos candidatos, funcionarios públicos y para que trafiquen droga libremente.
Ahora bien, todos sabemos que ya sea con Bukele o con Correa el totalitarismo es un sistema incorrecto porque viola el principio básico de equilibrio de poderes, además que en manos de inescrupulosos se corre el riesgo de abuso, pérdida de libertades y genocidio; no obstante, la verdad es que en ocasiones donde la coyuntura invita a hacerlo (con gobiernos honestos y bien intencionados) justificaría inocular el antídoto del totalitarismo bueno como temporal y desesperada alternativa.
Inmediatamente después de aprobada la consulta popular donde sabemos ganará el SÍ en todas las preguntas, el presidente Lasso debería motivar el recurso constitucional de la muerte cruzada y aprovechar la ocasión para enzarzar la aguja.