La Estación de Chuchubamba/ Melchor Rodrìguez
Pedernales, marzo 2023
Luego de la entretenida y amena lectura de la historia novelada del TREN A CHUCHUBAMBA del Dr. Pedro Reino Garcés, prolífico autor en varios géneros de la literatura: Cronista Oficial de la ciudad San Juan de Ambato. Contagiado por las hermosas líneas poéticas que abre la novela en sus primeras páginas sobre Chuchubamba la actual Cevallos; en mi última visita a la ciudad de Ambato no pude resistir la tentación de visitar este dinámico cantón que de la bullente actividad del tren que describe la novela, ha mutado a su actividad actual, la industria del calzado con resonancia no solo a nivel nacional sino también internacional, por el prestigio de su calidad y la variedad.
Visitar la desolada y abandonada estación, absorbida por la tristeza de la construcción testigo que data de 1928, con huellas frescas en los anuncios del recorrido del tren, que confirma que por un breve espacio de tiempo durante el gobierno del Ec. Rafael Correa la actividad del tren había recobrado su fulgor con un nuevo impulso y oxígeno, pero que por la miseria humana de quienes todavía en nuestro país no han aprendido a hacer política ni tampoco a ser políticos; la intención de revivir el tren para dar vida a pueblos olvidados en la historia y la geografía de nuestro país, hoy està en el olvido.
Ciertamente en crescendo, la novela recorre las estaciones del tren por toda la geografía de su recorrido; desde el cantón Durán en la orilla derecha del Río Guayas con el calor y la humedad de los llanos en la costa del Pacífico hasta las gélidas crestas de los Andes; mientras el tren avanza, el autor combina magistralmente los escenarios y los actores dentro y fuera del tren que son gente humilde que vive del sustento diario de sus ventas, productos preparados normalmente en sus hogares, y los viajeros de diferentes estratos sociales.
La mordaz y documentada denuncia a los traidores y responsables del horrendo crimen al General Montero que luego se consumaría con la “Hoguera Barbara” del General Alfaro y sus cercanos colaboradores tomando como escenario la estación de Huigra y la tensión de su viaje previo al martirio. Al entorno de este pueblo enmarañado en la famosa Nariz del Diablo que el autor añade datos desconocidos de su geografía como el cerro Puñay, Namsa, o Chasmay, u otros símbolos religiosos como; la virgen de las Manos Juntas esculpida con el mármol de Carrara; además de denunciar con nombres y apellidos lo que las páginas de la historia oficial y sus “historiadores” de alquiler han pretendido ocultar; el crimen contra Alfaro. Desde entonces, nuestra política nacional quedó salpicada de sangre, así como la prensa, la iglesia, y los políticos conservadores atrasa pueblos de nuestro país. Nada se guarda el autor para señalar con su pluma punzante a los traidores, actores y encubridores del crimen que las páginas de los diarios que lo combatieron, callaron y trataron de ocultar…
En la lírica de Don Pedro, Chuchubamba es el epicentro de intercambio comercial, la gran bodega receptora de productos tanto de la Sierra, de la Amazonía o de la Costa; nadie se queda afuera de las páginas de la novela; desde la humilde huevera pasando por los escribidores, los olores y los sabores de platos que en las páginas de la novela siguen emanando el vapor de la curiosidad, ahí están, desde los posaderos de burros y mulas y la competencia de las rockolas sin dejar a un lado las tetas de la señorita Cloti, nadie falta ni tampoco sobra, todos se suman al importante testimonio de almas rondando los cementerios, que en la obra, momentáneamente, recobran su palabra y su actividad para dejar constancia que los pueblos de ahora no serían lo que son, sin su valioso aporte.
Capítulo aparte merece la documentada y minuciosa descripción del uso y apoyo de la biblioteca en su momento, un ente lamentablemente venido a menos en nuestros tiempos por el proceso de la inevitable evolución tecnològica, pero que nos muestra lo vital que es y era para el usuario cotidiano y académico con el rico contenido y la variedad de sus textos en las estanterías como su metódico pero eficiente modo operativo. Motivo oportuno que aprovecha el autor para recordarnos la contribución de la cultura libanesa a las letras y la cultura nacional y los días de la infancia de nuestro poeta Jorge Enrique Adoum en su ciudad